El juicio de Paris - Enrique Simonet
Lloran con los corazones desgarradosen medio de la silenciosa noche,
invadiendo el calmado sueño
de los hombres cansados.
De sus bocas brotan
cataratas de ofensas
que golpean sus almas
hasta vaciarles la voluntad.
No saben qué duele más:
si los gritos traídos por la ira
o los golpes recibidos de la impotencia;
ambos doblegan la dignidad.
En discreta presencia
y satisfecha por la hiel de las palabras,
Eris*, pasea por los hogares
el trofeo ambicionado
por sus confundidos moradores:
¡La manzana dorada!