La marca del terror: al Qaeda (III): su percepción

Publicado el 29 agosto 2012 por Lparmino @lparmino

Atentados del 11 - S en Nueva York
Fotografía: Don Halasy - Fuente


El terrorismo internacional, asimilado a la marca al Qaeda, se ha convertido en asunto fundamental en el nuevo orden internacional surgido tras el colapso del mundo soviético y el fin de la Guerra Fría, y en una de las principales etiquetas que determinan la agenda de los medios de comunicación y los intereses de la opinión pública. Los atentados ocurridos en Nueva York en 2001, en Madrid en 2004 o en Londres en 2005 pusieron a las sociedades occidentales ante un nuevo escenario político donde surgía con fuerza un enemigo cuya principal arma consistía en un terror irracional de alcance universal. El terrorismo islámico ha sido capaz de generar estados de alarma comparables a los peores momentos de calma tensa que caracterizaron determinados episodios de la antigua confrontación Washington – Moscú. De nuevo, el mundo se encontraba supuestamente dividido en dos bloques que determinaban la llamada guerra contra el terror. Sin embargo, esta vez los frentes eran ambiguos, sin definir e imposible de delimitar convencionalmente.

Monumento a las víctimas del 11 - M en Madrid
Fotografía: Fermín R.F. - Fuente

Es prácticamente imposible ofrecer una visión que trate de abordar las diferentes percepciones existentes sobre un fenómeno tan sumamente complejo como el terrorismo actual. Una aproximación simple puede ofrecer una lectura contrastada entre dos de los principales actores que intervienen en el hecho terrorista: la víctima y el ejecutor. En muchas ocasiones se abordan  determinados aspectos desde la más que cuestionable posición neutral e imparcial de analistas y estudiosos que consienten en ofrecer sesudas y documentadas argumentaciones sobre el hecho terrorista desde la barrera de la objetividad. Esa cátedra de autoridad que suele suponerse a las opiniones refrendadas en los más diversos medios, sin embargo, no se encuentran fuera de polémica. El propio Fernando Reinares, del que nadie puede dudar su crédito en materia terrorista y es fuente indiscutible, no duda en asimilar de forma tal vez demasiado simplista terrorismo global con el exclusivamente islámico obviando otras muchas formas de terror que están desarrollando sus actividades delictivas en nuevos escenarios transnacionales (El terrorismo global: un fenómeno polimorfo, ARI, nº84, 2008).

Atentado en Marrakech en abril de 2011
Fotografía: 
Bjørn Christian Tørrissen - Fuente

El fenómeno del terrorismo islámico ha generado un intenso debate social cuyo punto de inflexión estriba en dilucidar cuál es la naturaleza esencial de este tipo de violencia y en saber si su soporte ideológico, el Islam, fomenta desde sus bases y postulados el empleo del terror como estrategia válida. A raíz de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid Antonio Elorza exponía la visión violenta y extremista del Islamismo en un artículo de opinión publicado por el diario El País el 18 de marzo de 2004. Postura que obtuvo pronta respuesta en un artículo publicado en el mismo medio de Mansur Escudero y Abdennur Prado donde insistían en el carácter pacífico de las doctrinas emanadas del Corán (El País, 7 de abril de 2004). Juan Avilés, catedrático de historia contemporánea de la UNED, consideraba la necesidad de abordar el fenómeno del terrorismo islámico desde una perspectiva política y no religiosa, haciendo especial hincapié en los deficientes modelos de modernización que han tenido lugar en la mayoría de los países árabes como principal caldo de cultivo de la violencia anti – capitalista y anti – occidental (Occidente ante el desafío del islamismo radical: un ensayo de interpretación, en ARI, nº38, 2007).

Atentado contra la embajada de EE.UU. en
Dar es Salaam (Tanzania), en agosto de 1998
Fotografía: DS Records - Fuente

Existe en las sociedades occidentales una tendencia que equipara terrorismo internacional o global con el islámico. Evidentemente, la percepción del terror ha cambiado en la primera década del siglo XXI ya que la opinión pública europea y norteamericana es ahora consciente de que sus propias ciudades pueden convertirse en escenarios del horror frente a una antigua idea que mantenía a Occidente fuera de los focos donde se concentraba la violencia internacional. Este cambio de actitud ha degenerado, en muchas ocasiones, en posiciones totalmente xenófobashacia todo aquello que signifique Islam, religión considerada erróneamente en muchas ocasiones desde medios occidentales como radical, violenta y discriminatoria. Frente a esta opinión sesgada, se esgrime la consideración del Islam como religión de paz, como defiende Abdul Karim Paz en su artículo El Yihad y el uso de la violencia en el Islam (Webislam).Lejos de aquel fantasma conocido como “lucha de civilizaciones” esgrimido por determinados intereses norteamericanos, el conocimiento de las causas profundas y verdaderas que subyacen en el fenómeno terrorista se articula como la estrategia válida para desarrollar políticas encaminadas a su erradicación. Mientras tanto, la desinformación no puede más que generar el caldo de cultivo de odios y temores infundados cimentados en hechos falsos y deliberadamente alterados cuyas consecuencias no pueden más que constituir un riesgo potencial demasiado elevado para dinamitar cualquier base de convivencia y tolerancia.Luis Pérez ArmiñoLa marca del terror: al QaedaI.- Los orígenesII.- El protagonistaIII.- Su percepción