Era una mañana de primavera y mis ojos se encontraron admirando un grupo de mariposas blancas que revoloteaban por estas bellas flores que llamo lavanda pero creo que no…
Eran muchas , las mariposas y llamaban la atención por la coreografía . Así que me encandilé y me fui, rauda y veloz , a por mi cámara para intentar captar aunque fuera sólo una.
Parecía una tarea fácil pero, pasaban los minutos y cada vez se me iba complicando más la vida. Tuve que introducirme en un parterrito asalvajado, cuidando dónde pisaba y esquivando las espinas de las rosas silvestres que atacaban mis posaderas. Algún rasguño con esa hiedra que pincha y una sensación de que bajo mis pies, pasaban muchas cosas… Había vida.
Ademas de las bellas mariposas, el mundo de los insectos estaba en su máximo apogeo. Las abejas también habían decidido que esa zona era fantástica y mi capacidad para mantenerme inmóvil ( para captar el vuelo de una mariposa) con aquellos zumbidos y los bichos a mi alrededor, no fue sencillo…
Finalmente, tiré muchas fotos. La mayoría , borrosas o sin haber podido captar aquel mariposeo en toda su magnificiencia pero… conseguí el “vuelo de la mariposa”.
N.B : Fijaros que también capté una mariposa tranquila de tonos amarillos ( debía ser la única).