La máscara del actor

Por Fuensanta

La máscara del actor

Rostro y figura como signos culturales

Llamamos máscara del actor a los significados que transmiten su cara y su figura.

En principio podríamos pensar que no son elementos culturales ni resultados de procesos de comunicación, como la moda o el arreglo externo (vestido, peinado, etc.) sino que tienen carácter natural o biológico. Altura, complexión, rasgos faciales, etc., no son convenciones culturales, sino hechos naturales.

Actores griegos con sus máscaras

En este sentido, los signos que se pueden interpretar son limitados: edad, sexo, raza, salud, etc. Las posibilidades de asimilar rasgos físicos con carácter y disposiciones o actitudes dio lugar a una ciencia, hoy en día desprestigiada como tal, que es la fisiognomía. Estos estudios trataban de clasificar a los seres humanos desde el punto de vista de su forma física, su complexión y sus rasgos faciales, en una serie de tipos, atribuyendo determinados rasgos y formas a unos caracteres psicológicos concretos.

Es cierto que estos estudios no tienen hoy en día ningún valor científico, pero sí nos hablan de un repertorio de estereotipos sociales propios de nuestra cultura, nacidos de ella misma y que al mismo tiempo la sustentan. Son estereotipos de valoración; establecen jerarquías sociales entre grupos determinados. En nuestra actual cultura, por ejemplo, la delgadez, la piel bronceada o la ausencia de arrugas, se valoran como signo de salud, de deportividad, de juventud, de estatus social, algo que confiere prestigio. Los miembros de la sociedad tratarán de acercarse a esos tipos de prestigio mediante el arreglo externo de su cara y de su cuerpo, con lo cual dejan de ser fenómenos naturales. Cambios pasajeros y reversibles se logran mediante el maquillaje; cambios permanentes o semi-permanentes se logran mediante dietas y ejercicio, tatuajes, mutilaciones y cirugía plástica. Así podemos decir que no son circunstancias naturales solamente, sino que actúan, como las ropas y los arreglos externos, en la comunicación social. Rostro y figura se valoran como signos de la posición social y la identidad.

La máscara no permanente

A la vista de lo anterior, podemos definir ahora la máscara del actor (rostro y figura) como un elemento que denota el rostro y la figura del personaje, que indica los valores físicos que la cultura de su entorno le atribuye.

Se interpreta esta máscara creada mediante recursos externos como:

  1. Signo de edad, sexo, raza, etc.
  2. Posición social, según los estereotipos culturales de su entorno.
  3. Carácter, según también esos mismos estereotipos.

Como máscara puede actuar también el aspecto natural del actor, por ajustarse al arquetipo cultural del personaje. Los rasgos asumidos por el actor pueden también contradecir los estereotipos, que entonces obran por antítesis, precisamente con la intención de significar que no tienen por qué funcionar esos estereotipos.

Tribus del Omo Fotografía de Hans Silvester

Máscara trágica en un mosaico

Junto a la máscara de los estereotipos sociales, el teatro ha creado en determinadas culturas su propio código de máscara, sólo válido para el ámbito teatral. Esto ocurre, por ejemplo, en parte del teatro oriental, en el que por medio del maquillaje, con su código especial de líneas y colores, se indica la identidad del personaje, ejemplo de lo cual son los actores de la Ópera de Pekín. Ese código especial es específicamente teatral y lo pueden interpretar solamente los que conozcan las convenciones teatrales, no los que conozcan sólo el entorno cultural y sus estereotipos sociales.

La máscara teatral puede remitir también a otros códigos culturales, por ejemplo, a un contexto histórico o a un código mítico, de personajes fantásticos o simbólicos. Los interpretamos en función del conocimiento del entorno cultural. Un ejemplo sería la caracterización de la muerte o el diablo.

La máscara fija

Se ha empleado y se emplea en muchas culturas, siempre limitada a unas situaciones determinadas: fiestas (por ejemplo, el carnaval), ritos religiosos, ejecuciones (el verdugo y a veces el reo se cubren la cara), y en la comisión de delitos (para eludir la responsabilidad).

La máscara fija se interpreta en relación al rostro humano. Indica siempre que debe entenderse como otro rostro superpuesto al humano. Puede significar un ser humano o no humano (un dios, un espíritu) y su función es transformar al que la lleva en alguien distinto por completo.

Actor de teatro No con máscara

La máscara de maquillaje (cara pintada o tatuada) indica identidad de la persona según una organización social, mientras que la máscara fija anula esa identidad y hace aparecer al portador como alguien que no pertenece a esa sociedad. El portador de máscara no actúa como él mismo, sino en nombre de otro al que representa la máscara.

En rituales religiosos es indiferente quién se oculte tras la máscara, puesto que para el espectador se trata del dios, del espíritu, el animal o el antepasado. En el caso de la máscara para la comisión de un delito o una transgresión, el portador quiere desaparecer tras la ella para eludir sus responsabilidades. La máscara convierte a su portador en ambos casos en un ser anónimo.

Arlequín

En este sentido, parece ser el proceso teatral por excelencia, pues quien porta una máscara oculta por completo su identidad, se anula, pasa por el ser al que representa la máscara, y no desea ser identificado como sujeto real y social. Es por tanto uno de los primeros y más antiguos signos teatrales.

Las formas teatrales que utilizan tradicionalmente máscaras fijas tienen su origen en el culto religioso; la máscara permanece después de que haya desaparecido el culto. Tal ocurrió en el teatro griego y ocurre aún en el No japonés.

Mediante la máscara de maquillaje se puede crear una personalidad individual muy particular, mientras que la máscara fija sólo puede identificar a un tipo. Son específicas de formas teatrales muy convencionalizadas. La máscara, además, contribuye a asegurar la continuidad de una tradición teatral.

Otra importante característica de las máscara fija es su invariabilidad; el que porta una máscara renuncia a los signos mímicos. Por esa razón, tendrá que recurrir a expresiones de movimientos corporales y gesticulación. También esos movimientos y gestos pueden estar tipificados, como ocurría, por ejemplo, en la comedia dell’arte con los movimientos de Arlequín, siempre muy cercanos a la danza.