Sería un error considerar que la Masonería es una organización en la que unas conclusiones mayoritarias obligan a actuar social y políticamente a todos, y mucho menos, en la directriz de una autoridad imponga un camino a seguir. Esta forma de actuar sería antimasónica. Sin embargo, nuestra historia y nuestro mundo están impregnados de realizaciones de inspiración masónica. De ahí deducen los críticos de nuestra organización su peso político y su papel como fuente de directrices concretas. Lo que ha ocurrido, lo que ocurre, es que los hombres y mujeres que trabajan con los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, llevan, cada uno de una forma libre e individual, esas actitudes y principios a su mundo familiar, social, político, laboral, etcétera. Lo hacen en la forma en que voluntariamente deseen, y con los aspectos concretos que en conciencia decidan. Si, por ejemplo, la fraternidad universal es un principio masónico, no será extraño que muchos masones se hayan encontrado en primera fila de la constitución de organismos internacionales, de la unidad europea, etcétera. El masón es un ser humano comprometido, las más de las veces, en un proyecto político, social, intelectual, filosófico, etcétera, porque debe ser un ser consciente y responsable al que no le dejan indiferente los demás. La Masonería no es anticristiana, pues muchas Iglesias de esa religión la apoyan y promueven, perteneciendo sus obispos y pastores a ella, de forma abierta. Tampoco cabe decir que la Masonería sea anticatólica, toda vez que en su seno se respetan todas las creencias. lo que sí ha ocurrido históricamente es el enfrentamiento de la Iglesia Católica con la Masonería. La mayor virulencia se da en el siglo XIX, cuando los diferentes estados italianos se unifican en uno, y el Papa ve amenazada su posición como Rey de Roma; en ese momento la Santa Sede reacciona con dureza frente a todas las corrientes que, directa o indirectamente, propugnen los ideales bajo los que se unifica Italia: Estado Liberal, sociedades patrióticas -carbonari, anilleros...-, librepensamiento, etcétera. Una de las condenas más duras contra la Masonería la acusa de pretender la separación de la Iglesia y el Estado -que defenderá el Concilio Vaticano II en el siglo XX-.
Fuente: El Derecho Humano - Ecuador