La noche del 26 de agosto de 1990, los hermanos Izquierdo armados con sus respectivas escopetas de caza bajaban andando y en silencio por la calle Carrera, provenientes de su residencia en Monterrubio de la Serena, a 10 kilómetros de Puerto Hurraco, dispuestos a perpetuar reminiscencias de aquella España gris de antaño, la de los ajustes de cuentas por tierras, venganzas, honores, desamores o quien sabe si todo a la vez. Pocos minutos después de las diez de la noche, y a sabiendas de que a esa hora buena parte de los habitantes de la pedanía y por ende de la familia Cabanillas se encontraban en la calle, Emilio y Antonio se detuvieron en la confluencia con la plaza del pueblo y dispararon varias veces sobre dos niñas, Encarnación y Antonia Cabanillas, de 14 y 12 años, hijas de su mayor enemigo, Antonio Cabanillas, que mueren en el acto. El siguiente en sufrir los disparos fue Manuel Cabanillas cuando iba a auxiliar a las niñas. Disparaban contra toda persona que se moviera, con el objetivo de aniquilar al máximo de personas posible del pueblo.
De pronto, los disparos cesaron. Entonces algunos vecinos salieron de las casas o de cualquier otro refugio improvisado donde se habían podido esconder e intentaron auxiliar a las víctimas, pero los “cazadores” abrieron fuego otra vez sobre todo aquel que se prestara a ayudar.
Jesús Cabanillas, se encontraba en el coche esperando a su padre, Manuel. Al escuchar los disparos, los gritos y gente correr vio como su progenitor y otro hombre caían abatidos por los tiros. Salió del vehículo y se refugió en casa. Cuando callaron las escopetas, salió y recogió a sus familiares heridos para trasladarlos al hospital de Don Benito. Casi al unísono, varios habitantes del lugar llamaron a la Guardia Civil de Monterrubio de la Serena para avisar de lo sucedido. Dos agentes acudieron rápidamente al lugar, pero también fueron recibidos por los disparos de los Izquierdo, hiriéndolos de gravedad, tras lo cual los hermanos asesinos huyeron hacia los montes cercanos. Poco después se desplegaron más de doscientos guardias civiles en la zona. Un helicóptero, agentes a pie, a caballo, en coche…recorrieron toda la noche los montes de la Serena para dar con el paradero de los asesinos, a los que dieron caza a las ocho y media de la mañana, que sin oponer resistencia fueron detenidos.
Juicio y sentencia
El juicio se celebró los días 17 y 18 de enero de 1994 en el que una de las cuestiones más importantes que se debatían hasta la fecha es si serían declarados dementes o no. El Tribunal, al respecto declaró que “no son enfermos mentales y su inteligencia está dentro de lo normal, hecho que ha quedado corroborado por la circunstancia de que eran capaces de manejar un rebaño de ovejas de unas mil cabezas. También tenían fincas arrendadas consiguiendo, a pesar de la crisis por la que atraviesa el campo, poseer una cartilla de ahorros con unos diez millones de pesetas”.
Además, el juez también destacó que los acusados vivían en un grupo cerrado con otros miembros de la familia sin apenas contacto social con otras personas y que esto les llevó a alimentar sus propias fobias y obsesiones que aumentaron en 1984 tras la muerte de su madre a causa de un incendio en su casa, que atribuyeron a la familia Cabanillas, con los que estaban enemistados desde hacía muchos años, llegando a odiar a todo el pueblo. Aunque también destacó "un primitivismo cultural y un empobrecimiento afectivo que determina el desprecio por la vida humana".
Los dos hermanos confesaron ser los autores. En ningún momento negaron los hechos, es más en sus declaraciones siempre admitieron ser los autores y que en caso de no ser detenidos hubieran regresado al pueblo tras su huida al monte para matar a más personas.
Emilio Izquierdo, de 59 años de edad y Antonio Izquierdo, de 55 fueron condenados a una pena de 684 años de prisión y 300 millones de pesetas de indemnización a las víctimas, por la muerte de nueve personas y otras seis heridas.
Las hermanas Izquierdo
Otro punto de controversia que tuvo el suceso fue la posible intervención indirecta en los crímenes de las hermanas de Antonio y Emilio, Luciana y Ángela, que tras lo ocurrido huyeron por miedo a posibles represalias de la gente del pueblo, pero fueron detenidas días después en la estación de Atocha de Madrid. La fiscalía, en un principio las imputó por un delito de inducción en los crímenes perpetrados por sus hermanos pero dos años después, el juez no encontró pruebas para condenar a las acusadas, aunque fueron recluidas en una institución psiquiátrica al ser diagnosticadas de trastorno paranoide delirante compartido.
Los antecedentes
El odio que fueron larvando los cuatro hermanos Izquierdo se remontaban a los años 50 del pasado siglo -hay quienes dicen que incluso mucho antes- y comenzaron por una disputa por las lindes de unas tierras de cultivo, sembrando así un rencor que perduraría durante cuatro décadas.
Amadeo Cabanillas y Luciana Izquierdo vivieron un romance, llegando incluso a prometerse, según algunas fuentes, y según otras no hubo tal romance, sino rechazo de Amadeo sobre Luciana. Aún así, parece ser que Luciana se sume en una profunda depresión y Jerónimo jura vengar el honor de su hermana. Un día, aprovechando la oscuridad de la noche –como hicieran sus hermanos 23 años después- asaltó a Amadeo en plena calle dándole muerte. Fue condenado a 14 años de prisión.
Diecisiete años después, la madre de los Izquierdo moría en un incendio en su propia casa de Puerto Hurraco, al parecer provocado pero sin que se pudiera demostrar quién lo hizo –se sospecha que fueron las hermanas Izquierdo, con el objetivo de inculpar a los Cabanillas- considerando los hijos de la fallecida un acto de venganza de los Cabanillas encubiertos por todo el pueblo, por lo que se reservaban el turno de represalia.
Poco después de recobrar la libertad, Jerónimo intentó asesinar a Antonio Cabanillas, clavándole un cuchillo en el cuello como venganza por la muerte de su madre. Fue recluido en un psiquiátrico el 8 de agosto de 1986 por este hecho, suicidándose nueve días después.
El fin de los Izquierdo
Luciana Izquierdo, la mayor de los hermanos, la personalidad más fuerte del clan y de gran influencia para ellos, falleció en el psiquiátrico de Mérida a la edad de 77 años, el 13 de enero de 2005, por causas naturales.
Meses después del fallecimiento de Luciana, Ángela muere también por causas naturales a la edad de 64 años.
Emilio Izquierdo falleció el 13 de diciembre de 2006, a la edad de 72 años, en el módulo de enfermería de la prisión de Badajoz, por problemas de corazón que arrastraba desde hacía un tiempo.
El 25 de abril de 2010 muere Antonio Izquierdo, con 72 años. Se suicidó en el módulo de enfermería de la cárcel de Badajoz, ahorcándose con unas sábanas anudadas.
Los cinco hermanos Izquierdo no tuvieron descendencia. Su linaje acabó con la muerte del último de los hermanos, Antonio, por lo que no pudieron dejar en herencia el odio que llevaron durante toda su existencia.