"Todo empezó un jueves de abril, unos siete años antes de mi viaje a Buenos Aires. Yo trabajaba por entonces en la edición dominical del Neue Zürcher Zeitung. Fue a primera hora de la mañana. Apenas habían llegado unos pocos. Todo estaba en calma. Me encontraba escribiendo un texto sobre un donante holandés de esperma cuando una vieja compañera, que por lo general no hablaba mucho conmigo, puso sobre mi escritorio una página de periódico y me preguntó:
—Pero ¿qué clase de familia tienes tú?"
Va a ser esta una reseña atípica tanto por el tema como por el libro que traigo, en sus formas y en su contenido. Hoy traigo a mi estantería virtual, La matanza de Rechnitz.
En la noche del 24 al 25 de marzo de 1945, víspera del Domingo de Ramos, Margit Thyssen, multimillonaria alemana, y su marido el conde húngaro venido a menos Ivan Batthyany, celebraron una fiesta. En ese momento tenían en los sótanos de su castillo a unos 600 judíos que trabajaban en la fortificación del lugar llegados tras una de esas largas marchas. A la fiesta se sabe que acudieron entre 30 y 40 personas, todas ellas vinculadas al nazismo, ya fueran políticos, policía, Gestapo, SS o Juventudes Hitlerianas. La fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada.
Tras la cena, los 200 judíos elegidos por estar en peores condiciones de entre todos los hacinados, fueron desnudados y metidos en los establos. Se repartieron armas entre los asistentes a la fiesta, y comenzó la terrible atracción principal. Una vez finalizada, los invitados volvieron a los salones a seguir bebiendo y bailando, conocedores de que el Ejército Rojo se encontraba a unos 15 km del lugar. También hubo judíos que tuvieron que cavar tumbas, y que luego fueron exterminados. En realidad, todos ellos habían sido sacados de campos de concentración y ya muchos de ellos habían perecido durante la larga marcha desde Budapest al terrible castillo.
Castillo de Rechnitz, lugar de la fiesta.
Una vez más me quedo con su título original, ya que considero que la conversión, que no traducción, al castellano, puede llevar a engaño al lector.
Und was hat das mit mir zu tun? se pregunta a sí mismo el autor en el título original, ¿Y qué es lo que tiene que ver esto conmigo?, frase que veremos reflejada a lo largo del libro en muchas ocasiones. Porque el libro trata justamente de eso. De cómo un hombre se entera de que esa tía a la que iba a ver de niño es en realidad la organizadora de una terrible velada, que ocupó titulares como monstruo hace muchos años y lo que le supone ese descubrimiento. De este modo, una vez descubiertos los hechos, el autor escribe esta obra de no ficción en la que hay saltos y reflexiones suficientes como para no poder considerar que tiene la estructura de una novela al uso. Le acompañaremos por tanto durante sus investigaciones, desde la aldea de los Batthany a la llegada de los nazis, pasando por el matrimonio más con la prosperidad que con el amor. Seremos testigos de todas las culpas de la familia en una trama que va derivando poco a poco hacia la autoficción, ya que el propio autor será quien se pregunte qué culpas hereda él como tercera generación de unos hechos tan terribles. Mediante viajes y un diario, avanzará descubrimiento a descubrimiento, no sólo de un hecho terrible que queda en uno más entra la maraña de dejación, reflexionando sobe las consecuencias que tiene cada acto cometido, o la omisión del mismo. Porque hay también pecados que son por omisión y es ahí justo cuando el lector se ve obligado a mirar a su alrededor en un mundo en el que, tal vez ya no existan campos de concentración, pero sí que parece que poco a poco va consiguiendo olvidar a los refugiados que siguen en mitad de ninguna parte. De hecho otra de las partes que me han llamado la atención de esta lectura es esa, el mirar hacia otro lado, pero no sólo de quienes tienen un vínculo con los culpables, hay muchas maneras de no mirar, de no querer saber, estés del lado que estés.
El resultado es un gran libro cuya traducción corre a cargo de Aramburu y a la que pongo como única pega, buscar el impacto y perder la importancia del significado del título original. Me ha parecido una lectura espeluznante y magnífica pero, sobre todo, necesaria. Porque los pecados se perdonan, pero nunca se olvidan. Y luego está la culpa, ¿esa culpa se hereda?
La realidad tiene la mala costumbre de superar a la ficción y eso me hace recordar una frase que escuché de boca del escritor Félix G. Modroño a propósito de uno de sus libros. Venía a explicar que a veces, el trabajo del escritor es coger la realidad y deformarla hasta convertirla en algo verosímil. Ante sucesos como estos, no queda otra que darle la razón. Y vosotros, ¿sois lectores de no ficción?
Gracias.