El tiempo no perdona, no se detiene aunque lo desees, no retrocede, solo avanza.
Cuando era niña, recuerdo los veranos, tan largos, tanto que aveces hasta me aburría (solo a veces), a medida que pasaban los años, el tiempo parecía correr más rápido, aunque todavía podía decir que tenía tiempo para hacer todo lo que me proponía, tenía muchos momentos muertos donde no hacía nada, descansar como mucho.
Desde que soy madre, mi tiempo ha cambiado, no corre, ¡¡vuela!!
No tengo tiempo para hacer todo lo que me gustaría, los días parecen tener solo 10 horas.
Ésto ha hecho que valore cada minuto, que me organice (en la medida de lo posible) para hacer todo o casi todo lo que quiero y, sobretodo, que priorice mis actividades.
Mi tiempo con mi hijo es sagrado, y cada cosa que hago intento que, aunque él no pueda participar, por lo menos hacerlo junto a él.
Pronto va a cumplir 2 años, y casi no me he dado ni cuenta, esto hace darme cuenta que los años pasarán a la velocidad de la luz, y no quiero, dentro de unos años, tener la sensación de no haber disfrutado de él.
Gracias a la maternidad he sabido organizarme (o eso creo yo) y valorar el tiempo, algo que muchos desaprovechan con tonterías…. yo no estoy para malgastarlo, quiero irme a la cama, cada día, orgullosa de haber aprovechado el día, por lo menos lo intento cada mañana cuando me levanto!!!
El tiempo es oro…. más valioso que muchas cosas.