La Mato no mata, participa lucrativamente

Publicado el 29 noviembre 2014 por Lulesi

España es una tierra de promisión sembrada de corruptos, que suele ofrecer buenas cosechas. Una vez, en Valladolid, -con “uve” y no con “efe”- se produjo una de estas. Y de allí surgieron desde iluminados con bigote, borrachos al volante y panteras, digo jaguars, de la política.

José Mari había cazado al ojeo una bandada de cebollas con bolsos de Vuitton. Y a la “pequeña Nicolasa” cuando venía de su sesión diaria de rayos UVA. Por eso no extraña que nuestra protagonista, además de tener débil la mano y la bolsa de recibir regalos, también tuviera floja la boca: “los niños andaluces son prácticamente analfabetos” dijo aquella lumbreras, hija de un alférez de navío.  Todo el resto de su vida le ocurrió igual.

-¿Qué le vas dejar a los dependientes, hermosa?

   -Pobres, están descarriados por la atrasada política social que se ha llevado a       cabo.

   -¿Se les mata a recortes y atrasos en los pagos o los privatizamos, también?

   – A mí lo que preocupa es ver como visten a mis hijos cuando van al colegio.

 

Este fenómeno de la naturaleza siguió impertérrita, entonces dijo: “«los niños andaluces impartían las clases en el suelo” y aquel día no cagó.  Cuando su casa y su garaje empezaba a llenarse de coches de lujo, -que ella no veía- y cuando su entonces consorte le parecía ya más a don Chicho que a Blas Piñar – y eso que se parecía a ambos-  a aquella Nicolasa la nombraron ministra. Nada menos que de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Y pasó lo que tenía que pasar: que nunca la sanidad fue más insana, nunca hubo menos servicios sociales y menos igualdad.

  • A ver, Anita, si eres capaz de decir de una tacada: Te-ra-pé-u-ti-co.
  • ¡Carchuto!
  • Que no hija, que no es cartucho, que es terapeútico.
  • ¡Frigorífico!
  • ¡Mi capitán, la recluta es tonta del culo!

A pesar de estas dotes de competencia, su jefe –amigo- la defendía a barba, trote- de trotar en Pontevedra- y espada.  Y ponderaba sus virtudes competenciales y intelectivas que nadie veía. “Llegará muy lejos” dijo el de Pontevedra, leyendo el “Marca”. Y si, claro, fue hasta Disneyland, pagando un señor con bigote con el que coincidió en una boda de una de las hijas de Al Capone, digo de un señor bajito con bigote que cobraba comisiones en Libia.

A Anita le gustó mucho aquella gala con lo más granado –incluido Paco- de los corleones genoveses del país, o quinta de recreo, donaciones y sobresueldos, de la cosa nostra.  Tanto que contrató a los payasos y a los confetis para una comunión que tenía que celebrar. ¡Qué emoción, todo tan in, y adema gratis! Total, pagaban otros con “bigote” y “correa”.

-¿Sabe usted porqué metieron en el trullo a un tal Alfon, en el siglo pasado?

   -Le regalarían muchos jaguars y viajes dorados.

   -No, señorita “No me consta”, porque hizo mal la declaración de la renta

   -Uff, me voy que tengo que “arreglar” la mía

 

Y en esto que estaba por allí el Ébola y, ni corta ni perezosa, se lo trae a Europa. Todo el mundo temblando, no de la extrema gravedad de la enfermedad, sino por quien era la responsable de gestionarlo. De Algeciras a Laponia todo el mundo cagaó.

El olor le llegó a Mariano cuando estaba tocándose la cara con un guante y entonces encargó del tema a medio pollo aviar en forma de vicepresidenta.  Pero, que hacía con Anita. ¡La Mato, dicen que pudo decir! Y es que, claro, estaba llamándola. Como un juez con tupé, que no es que la llamara sino que la imputaba: Partícipe a título lucrativo. Mariano lo tenía a huevo. Así no se las ponían ni a Fernando VII.

-Ana, eres más inútil que el rabo un  higo.

   -Mariano, déjame de diputada, con sus dietillas y eso, y dimito.

   -Bueno, ve y dile al Pujalte y al Floriano que te defiendan como ellos saben hacerlo.

-¿Sí? Va a salir a relucir eso de comer  jamón y robar  gallinas. Y voy a perder el bronceado.

   -¡Hija, peor lo tiene el Monaguillo!

 

El mundo sigue igual, dice Iglesias, -Julio, no Pablo-y  esta inútil de la “buena sociedad”, esta pija, modelo castellano, acostumbrada siempre a ver cómo le “visten y lavan el culo a sus hijos”  terminará sus días en un chiringuito en Marbella, tocándose la cara con un guante después de pelarse unos espetos a la brasa.


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