La mejor noticia para la democracia española sería que, tras acordarlo con Rubalcaba y Rosa Díez solamente, porque los demás partidos prefieren disolver España, Mariano Rajoy anunciara repentinamente la convocatoria de un referéndum para actualizar la Constitución.
La mayoría parlamentaria del PP, con 185 diputados, más los 110 del PSOE sumarían 295 de los 350 representantes del Parlamento: más que suficientes para conseguir un cambio en el que el Estado no esté esclavizado por el exceso de poder actual de los nacionalistas.
En el supuesto de que los 14 del PSC-PSOE catalán no se sumaran al partido nacional, aun así serían 281 diputados capaces de elaborar la base de una Constitución en la que nacionalistas o regionalistas no condicionen la gobernabilidad de España, sino sólo la de sus territorios.
La nueva Constitución debe tener en cuenta que la UE impondrá la igualdad fiscal de los ciudadanos, con lo que no habrá autonomías cuyos habitantes gocen de ventajas sobre las demás.
Los ciudadanos de todas las regiones, incluyendo los independentistas de cualquiera de ellas, dirán sí o no al nuevo proyecto, por lo que no habrá nada más democrático que una consulta sin presiones localistas.
Llevamos 34 años con una Constitución y unas leyes electorales que le han permitido a los nacionalistas obtener un poder que no les corresponde numéricamente sobre el conjunto de los españoles.
Así han moldeado el Estado según sus intereses personales y el de sus castas políticas. De ahí los secesionismos y la inflación de cientos de miles cargos improductivos que expropian la riqueza general, y cuyo mal ejemplo ha contagiado a todas las CC.AA.
En este Estado del Despilfarro no se le pueden exigir más sacrificios a los ciudadanos si antes no se cierran miles de ayuntamientos, las 4.000 o más empresas públicas en todo el país, incluidas las televisiones, y no se suprimen un mínimo de 300.000 del casi medio millón de cargos políticos básicamente en las CC.AA. y organismos inferiores --el Estado ha adelgazado mucho más-- que succionan la sangre de todos.
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SALAS
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Walk off the Earth. Una guitarra, una canción, cinco voces y diez manos. Diecisiete CC.AA., cada una haciendo su trabajo Todo suma un espectáculo sobrio y bello que podría simbolizar la exitencia de los pueblos y de los países equilibrados
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