La mejor oferta

Publicado el 21 julio 2013 por _jorge_

Película de confección italiana pero que parece francesa por la suavidad de su mise en scene y su sencillo buen hacer, a pesar de que no haya patadas giratorias, enanos de pies peludos con anillos mágicos o forzudos con el pelo largo y collares de huesos y espadas cromadas que atufan siempre a cierto sentimiento pseudo gay que los apasionados de tales forzudos sudorosos nunca saben explicar a satisfacción del interpelador.

Geofrey Rush se ganó cierta aureola de actor capacitado con aquella “El sastre de Panamá”, donde -siempre lo juraremos- Pierce Brosnan hace de verdadero y auténtico James Bond: cínico, frío, cabronazo redomado, estafador y chantajista con tal de conseguir sus objetivos. Bien, en “El sastre de Panamá” Rush hace un magnífico papel de sastre con influencia al borde de un ataque de nervios. Tras esta co-protagonización, el espaldarazo definitivo lo logra con “El discurso del Rey”, discreta para el bombo y platillo que se le concedió a tal producción, realmente. Colin Firth y Helena Boham-Carter le restan algo de brillantez a Rush y este no termina de brillar con la refulgencia que merece.

En esta producción que nos ocupa, todo el peso dramático recae sobre sus hombros, y su papel lo interpreta de manera soberbia y con una maestría sin par. Es total y absolutamente creíble, resulta obvio y evidente y casi que se le adivina así, tal como el personaje que interpreta en la filmación, en su vida real, aunque esto es una exageración, como no, pero les insto a que reflexionen en mi idea cuando terminen de visionar la película. Algunos de vdes. hallarán sentido a mis elucubraciones.

Casi que no puedo catalogar el género de la película… porque si lo hago la destriparé, y eso resultaría imperdonable desde mi convicción de no desear joderlos con un spoiler que le restaría gramos de intriga a la producción.

¿Qué puedo decirles, pues? Pues que me ha resultado deliciosa: lo justo de intrigante para mantenerme pegado al asiento hasta las tres cuartas partes de la filmación, y una vez que ya tuve seguridad de lo que iba a ocurrir, el cuarto restante -el final de la película- confirmando lo que intuí al filo del tercer acto. Permítanme confesarles que mi intriga se asemejó a la experimentada en el visionado de “Dans la maison”, de Ozon. Intriga sincera, real, expectante ante los acontecimientos que se iban desarrollando en una y otra película. Cine, cine y más cine, y la capacidad de asombrarse ante un buen trabajo. Y sin disparos, oiga.

Expondré una sucinta sinopsis más propia de un telegrama: Marchante de arte exitoso y algo maniático es solicitado por una extraña clienta para la valoración de todos los objetos de arte y mobiliario de una casa señorial.

Para enamorados del cine con mayúsculas.

Por El niño sipote