La mejor peor cantante, Florence Foster Jenkins (1868-1944)

Por Sandra @sandraferrerv
La fama de las personas no llega siempre por su talento o excelencia en algún ámbito de la vida. A veces la popularidad se alcanza por precisamente todo lo contrario. Eso es lo que le sucedió a Florence Foster Jenkins, una peculiar cantante de ópera norteamericana que creyó tanto en ella y en su talento que siguió adelante con su carrera lírica a pesar de su nefasta capacidad para entonar o afinar. Tal era su pésima técnica que la gente se agolpaba para asistir a sus conciertos mientras que sus grabaciones eran escuchadas una y otra vez. 

Nascina Florence Foster nació el 19 de julio de 1868 en Pennsylvania. Florence era hija de un rico abogado, Charles Dorrance Foster, y su esposa, Mary Jane Hoagland Foster. Su hermana pequeña, Lillian, fallecía en 1883 así que creció como hija única y recibiría íntegramente la herencia familiar. Siendo todavía una niña, con tan sólo siete años, Florence descubrió su gran pasión por la música. Conocida cariñosamente como la "Pequeña Señorita Foster", Florence tocaba el piano y llegó a interpretar alguna pieza en la Casa Blanca ante el entonces presidente Hayes. Al terminar sus estudios en el instituto, Florence le pidió a su padre permiso para estudiar música en Europa. Ante la negativa del señor Foster, la joven decidió fugarse a Philadelphia con su entonces novio, el doctor Frank Thornton Jenkins, con el que se casaría en 1885. Florence tuvo una terrible desilusión cuando a los pocos meses de la boda se dio cuenta de que su reciente marido le había contagiado de sífilis. La relación terminó aunque el matrimonio no se disolvería hasta 1902.  Parecía que las desgracias se había aliado para destruir la vida y las aspiraciones de la joven Florence. Una herida en un brazo dio al traste con su sueño de convertirse en pianista profesional. En 1900 dejaba atrás su vida en Philadelphia y se trasladaba a Nueva York donde poco después conocería a un actor británico llamado St. Clair Bayfield del que ya nunca se separaría. En 1909 fallecía su padre y heredaba una importante fortuna. Florence abrió el Club Verdi e inició una carrera como cantante con Bayfield como manager.  Tan entusiasmada estaba con su sueño de convertirse en una diva del bel canto que llegó incluso a diseñarse sus propios vestidos, a veces un poco estrafalarios. Empezó dando recitales para un público reducido pero poco a poco su carrera fue creciendo, sobretodo gracias a la ayuda financiera que le reportó la herencia recibida a la muerte de su madre en 1930. Su fama no le vino por su talento. Así como intérprete de piano prometía ser una gran profesional, Florence no tenía oído y desafinaba continuamente.  Sorprendentemente, su falta de talento fue lo que le daría fama no sólo entre el gran público sino también entre figuras del mundo de la música como Cole Porter quien, al parecer, no se perdía ninguna de sus actuaciones. A Florence nada parecía pararla. Ella continuaba creyendo que era una gran diva de la ópera mientras que sus fieles amigos aplaudían con fuerza para ahogar las risas de los demás y escribían críticas benevolentes en los periódicos.  Su carrera musical alcanzó la cima poco antes de su muerte. El 25 de octubre de 1944 actuaba en el Carnegie Hall ante un público entregado a su extravagante personalidad. El evento provocó una incontrolable lluvia de críticas en los rotativos que no pudieron frenar sus más fieles allegados. Pocos días después sufría un ataque al corazón y fallecía el 26 de noviembre.   Película que habla de ella 

Florence Foster Jenkins