Formato: Tapa dura
Páginas: 928
Título: La mejor venganza
Autor: Joe Abercrombie
Traductor: Javier Martín Lalanda
Año: 2014 (original, 2006)
Sinopsis:
La guerra puede ser un infierno, pero para Monza Murcatto, la Serpiente de Talins, a sueldo del duque Orso, también es una forma excelente de hacer dinero. Sus victorias la han hecho muy popular ¿quizá demasiado para el gusto de Orso. Traicionada y dada por muerta, la recompensa de Murcatto es un cuerpo desfigurado y una sed de venganza que no se detendrá ante nada.
Opinión:
Impresión: Pesimista
Tras mi lectura de La primera ley, tuve claro que quería seguir leyendo a Abercrombie. Es un autor que sabe escribir, dotar de voz propia a sus personajes y que, sobre todo, tiene cosas que decir. En la línea de las anteriores, esperaba una historia oscura, con muerte y violencia. Pese a ello, no estaba preparada para lo que he encontrado en esta historia. Si la crudeza de este libro es la vara de medir, dudo que nadie le arrebate el título de Lord Grimdark a este autor en mucho tiempo.
"El buen humor que reinaba en la estancia desapareció tan deprisa como la sangre que se pierde por una cuchillada en la garganta"
El libro tiene un primer capítulo de diez, donde se sientan las bases del resto de la novela. Monza Murcatto y su hermano Benna, generales de Orso, se reúnen con este para celebrar su última victoria. Entonces Orso, receloso del éxito de ambos jóvenes, ordena a los otros seis presentes en la reunión que maten a los hermanos. Benna muere, pero Monza sobrevive, pese a quedar tullida de por vida, por lo que, a partir de este punto, recorrerá Styria junto a un grupo variopinto con el objetivo de calmar su sed de venganza.
"La lealtad en un mercenario es como la armadura en un nadador"
A resueltas de esta premisa, la trama sigue una estructura muy lineal: Monza y su grupo se asientan en una ciudad, idean un plan de ataque, lo llevan a cabo y pasan al siguiente objetivo, metiéndose en una espiral de venganza que les llevará a perder cada vez un poco más de sí mismos. Las tramas de Abercrombie no brillan por su complejidad, sino que son más instrumentales, el detonante que obliga a evolucionar sus personajes, cosa que le permite profundizar en ellos. Eso hace que en los momentos de más acción se pierda el interés, pues las situaciones se resuelven de forma previsible, ya que a partir de determinado momento la obra se siente repetitiva. Eso sí: todo está muy bien hilado, como las muertes con la presentación del personaje en cuestión.
"Rogont la había obligado a vestirse según su propia versión, por otra parte, demasiado ingenua, de lo que debía ser la diosa de la guerra: una desafortunada mezcolanza de acero deslumbrante y encaje de seda que ofrecía la comodidad de una armadura de cuerpo completo y la protección de un camisón"
En cambio, las escenas más pausadas terminan siendo las más interesantes, especialmente si hay interacciones entre los personajes, momento que aprovecha el autor para exponer su mensaje y presentar choques ideológicos. Todos sabemos que la guerra y la venganza están mal. Por eso, lo que hace Abercrombie es ponernos contra las cuerdas y situarnos en los límites. ¿Siempre están mal? ¿Y si solo obedeces órdenes? ¿Y si la guerra es tu forma de ganarte el pan? ¿Y si estás en una situación en la diatriba entre matar o morir? ¿Y si los asesinos de tu hermano nunca serán ajusticiados? ¿Y si fue accidental? ¿Es tan culpable quien no hace nada para evitar un crimen que aquellos que lo cometen? ¿Puedes culpar a alguien por hacer algo si tú en su situación hubieras hecho lo mismo? Todas las reflexiones me han gustado mucho: el autor toma partido sin descuidarse de ofrecer distintas perspectivas sobre la cuestión.
Lo que me genera sentimientos encontrados es el mensaje con el que te quedas al terminar el libro. Todo el mundo le dice a Monza que la venganza no es la solución, pero al mismo tiempo, todos los que piensan de ese modo mueren. Pese a defender constantemente la idea de que la violencia solo engendra más violencia y que la venganza no te lleva a ninguna parte, por cómo avanza Monza, parece que sirve para tener algo a lo que aferrarse.
El segundo mensaje es también problemático. Al parecer, para el autor, no hay redención posible: no hay diferencia entre un asesino y un soldado y, si eres esto último, lo serás para toda la vida. Ejemplo de ello es el hecho de que varios personajes que intentan cambiar y deshacerse de sus vicios o ser mejores personas, fracasan estrepitosamente, tanto por falta de voluntad, como porque el mundo les obliga a seguir siendo quienes son. En parte es realista (no todo el mundo tiene la habilidad de cambiar, por mucho que te esfuerces en ello), pero también demasiado fatalista
La novela transcurre poco después de lo sucedido en La primera ley, pero no afecta mucho, pues se ambienta en un reino distinto que hasta ahora solo se había mencionado superficialmente. Sí que es necesario haber leído los anteriores, más que nada porque se menciona cómo terminan algunos de los protagonistas de la trilogía principal, aunque no cómo han llegado hasta allí, y de todos modos, eso no resulta relevante para la trama del libro. También se recuperan algunos secundarios, como Vitari o Nicomo Cosca, pero tampoco es esencial saber cómo han llegado donde están ahora. Como en las otras novelas, en esta hay algo de magia, pero es casi nula.
Lo mejor del mundo de Abercrombie, como ya había vislumbrado en sus otras novelas, es el realismo que exudan sus páginas. Describe muy bien los pesares y la crueldad de la guerra, además de presentar las batallas desnudas de toda epicidad, mostrándolas tal y como son: una carnicería que no tiene motivo de ser. Es más, la mejor parte es ver a los protagonistas luchando de forma patética, sin ningún tipo de destreza o estrategia, porque la guerra no es un espectáculo circense. Confieso que algunas peleas se me han hecho algo largas, y otras me han desconcertado por la ausencia de descripciones del entorno. Con frecuencia, el autor deja de lado los interiores y hace que cueste situar cada cosa en su sitio.
En general, todos los miembros del grupo son peculiares. Todos conocemos el tropo de "el grupo" en las novelas de fantasía. No solo suele haber los mismos tipos (el ligón gracioso con buen corazón, la chica guerrera inexperta, el mago sabio, el guerrero valiente, el novato inteligente, el cobarde que se vuelve fuerte,...) sino que siempre hay las mismas dinámicas entre ellos (dos que se no se soportan, pero al final se vuelven inseparable, o dos [chico y chica, por supuesto] que se enamoran), de manera que aunque son muy distintos y no se llevan bien al principio, al final reconocen el valor del resto y forjan una férrea amistad. Bien, pues olvidadlo, porque no encontraréis nada de eso aquí.
Por supuesto, lo que los diferencia son los matices. Algunos, tratan de cambiar y ser mejores personas, como es el caso de Escalofríos; otros, se arrepienten de sus actos, pero siguen adelante porque no ven otra salida, como es el caso de Murcatto; y otros, simplemente, se dejan llevar por su naturaleza malvada, como en el caso de Morveer.
Este último es sin duda el personaje estrella de la obra. Murcatto nunca ha sido inocente. Ya antes de empezar la novela era conocida como la carnicera de Caprile, y os puedo asegurar que el sobrenombre no hace referencia al oficio familiar. Para lidiar con el dolor por la muerte de su hermano (y amante, según las malas lenguas, pero no se llega a confirmar nada) se vuelca en una venganza sin sentido que solo conlleva más muertes. Lucha por una causa justa, pero los métodos no son los correctos y termina convirtiéndose exactamente en aquello que juró destruir. Si fuera la protagonista de una novela juvenil, lucharía por esa causa justa y solo mataría a aquellos de los que quiere vengarse, gente muy mala que no tiene ningún tipo de redención. Incluso llegaría un punto en el que ella se daría cuenta de lo horribles que son sus actos y se redimiría. Pero entonces no sería una novela de Abercrombie.
Ciega por la rabia, con ingenio, poco a poco va consiguiendo venganza, pero sin importarle a cuántos inocentes más se va a llevar por delante. Son maravillosas las escenas en las que "los malos" le dicen a la cara que ella es tan terrible como ellos. Y es que nuestro grupo no es de antihéroes, sino de villanos. Todos son mala gente. Ninguno te gusta, pero puedes empatizar con ellos y entender por qué hacen lo que hacen.
Al inicio de cada una de las partes (hay unas siete) iremos encontrando breves flashbacks, a penas un par de páginas, sobre el pasado de Murcatto, cosa que ayuda a conocer mejor al personaje sin interrumpir demasiado la narración. De estas historias me hubiera gustado conocer mejor a Benna, el cuál, por desgracia, no consigue convertirse en un personaje ausente, ya que ni Murcatto ni nadie habla demasiado de él. Se me ha quedado desdibujado y, teniendo en cuenta que su muerte es el motor de la trama, debería importar más.
La única excepción es Nicomo, el personaje más interesante de la novela. No tiene tanta profundidad como los protagonistas ni está más trabajado, pero sí que llama la atención por ser tan distinto al resto. Es también un criminal, por supuesto, así como una persona egoísta y que arrastra graves problemas con la bebida, ansiando siempre un trago, un trago un trago. Pese a ello es un vividor capaz de sonreírle a la vida, incluso en las peores circunstancias. Siempre con una burla en los labios, es algo más que el gracioso del grupo, ya que es el único que, aunque tiene sus propios demonios, los abraza, y no por ello tiene una perspectiva fúnebre de la vida.
Pese a los problemas que he tenido con algunos personajes, tanto principales como secundarios se quedan contigo. No solo el autor logra caracterizarlos bien, sino que esas características se filtran en el narrador en tercera persona omnisciente mediante el discurso indirecto libre. El autor sabe crear personajes con voz propia, de manera que sabes quién es el punto de vista en todo momento. Eso lo logra mediante el uso de dejes, como el de Murcatto de hacer citas militares, la obsesión de Nicomo por la bebida, la cursiva para las palabras que remarca Morveer o las referencias numéricas constantes de Amistoso. A eso hay que sumarle que los personajes recuerdan frases que les han marcado y han dicho otros a lo largo de la novela., cosa que los hace más presentes.
La narración es muy buena. Al igual que en la anterior trilogía, en algunos capítulos el autor enlaza escenas que suceden en puntos muy distintos mediante frases. Casos como el de que un personaje vea acercarse con miedo la horda de enemigos y piense que le espera un día difícil, y al cortar y empezar una nueva escena, el protagonista de esta que está yendo a por los enemigos a caballo, piensa que a los enemigos les espera un día difícil.
El final del libro es lo que más miedo me daba. En él, tal y como sospechaba, el autor no ha variado un ápice su mensaje. Esperaba que en el último momento diera un vuelco y ofreciera cierta esperanza de redención hacia los personajes, pero es un final muy derrotista, así como acelerado. Todo lo relacionado con el duque Orso esperaba que se alargara un poco más; en su lugar, su final es bastante anticlimática, pero realista.
No estoy segura de hasta qué punto recomendar esta lectura. Si te gusta el autor, adelante, no te defraudará, ya que sigue la estela de libros anteriores. Si eres nuevo, pese a que este es autoconclusivo, te recomendaría empezar con su trilogía que es algo (tampoco mucho) más suave. Estamos ante un libro duro que muestra la peor cara de la sociedad mediante unos personajes muy bien perfilados y caracterizados que tienen más de villanos que de antihéroes. El estudio de personajes es magnífico, así como la reflexión sobre la venganza y sobre cómo la violencia solo engendra más violencia. La obra retrata muy bien la realidad de la guerra, no solo por las gráficas descripciones, completamente ausentes de epicidad, sino también por la mella psicológica que deja en quienes participan en ellas. Eso sí, la perspectiva del mundo es demasiado derrotista y pesimista. Ha faltado un poso de esperanza. El autor domina muy bien la narración y el discurso indirecto libre, otorgando a cada personaje una voz propia, aunque eso queda deslucido por la traducción, de las peores con las que me he encontrado.
Cosas que he aprendido:
- La venganza solo engendra más venganza. No merece la pena, aunque sea tu única forma de lidiar con el dolor.
- Los villanos no existen, todos tenemos nuestros motivos y procedemos de un contexto.
- Un soldado nunca dejará de ser un soldado.
- Si te metes en una guerra, nunca volverás a ser el mismo.
- Day y el veneno mortal
- Cómo enlazar escenas
Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...3/5!
Primeras Líneas...