“La memoria de los muertos” o la mentira de los vivos

Publicado el 24 abril 2014 por La Mirada De Ulises

El tema de la memoria es uno de los preferidos por el cine, como también lo es el de la redención de la culpa propia o ajena. Ambos están presentes en “La memoria de los muertos” (The Final Cut), película de ciencia ficción realizada por Omar Naim en el 2004 y que resulta tan sugerente como incompleta. En una sociedad del futuro, a algunos -una de cada veinte personas- se les han implantado al nacer un chip Zoë en la memoria, que permite almacenar como recuerdos todo aquello que ven, y en ocasiones -por error del chip- también lo que imaginan o sueñan. El objetivo no es otro que poder hacer, cuando se muere el individuo, una película de su vida que le haga eterno entre sus seres queridos, tarea que es encargada a un montador. Este profesional debe trabajar las imágenes recogidas en el implante, entrevistar a los vivos que conociera… y “devorar los pecados” del cliente, pues se trata de guardar un buen recuerdo del difunto y evitar los episodios más escabrosos.

La historia tiene su punto de originalidad y consigue generar inquietud al constatar que se está manipulando la realidad, que se está faltando al derecho a la intimidad de la persona, que se está minando la libertad para vivir y la paz para morir. Vemos que nadie está a salvo en esta sociedad que se auto-engaña, que hasta el constructor de la memoria tiene su talón de Aquiles y necesita un rememorial que le permita liberarse del peso de la culpa. Ciertamente hay un código moral para esos montadores pero solo se respeta mientras conviene, y también un movimiento social anti-implante con sus manifestaciones de queja y sus sicarios de turno. En realidad, todo está dispuesto para crear la gran mentira y para garantizar un recuerdo placentero, como si de los muertos solo se pudiera hablar bien y de los vivos… En el fondo, está claro que quien paga tiene derecho a escuchar lo que quiere oír, y que al resto poco le importa que se omitan las mezquindades que en toda vida existen.

Por otro lado, causa perplejidad asistir a esas proyecciones privadas como si de un ritual pagano se tratara, con toda la carga sentimental y de falsedad que encierran, con la falta de pudor de quien sabe que todo lo que se proyecta habrá sido filtrado o censurado… Y también produce pena ver cómo el contemplar la vida de los otros no consigue sino vaciar la propia de emociones y alejar al protagonista de la realidad, o da vértigo comprobar hasta dónde puede llegar la tecnología en su proceso de deshumanización. La cinta está realizada con corrección, aunque la idea daba para más y todo se queda en una herida de la infancia que necesita ser curada, en una manipulación del montaje -ahora me refiero al montador del film, no al de los rememoriales- que va y viene en el tiempo, que se introduce en una mente cualquiera y en la del vecino. Hay que agradecerle a Robin Williams su sobriedad interpretativa y que deje de lado el histrionismo, y también al director que imite a su protagonista para dejar fuera de campo alguna de las miserias humanas.

En las imágenes: Fotogramas de “La memoria de los muertos” – © 2004. Lions Gate Entertainment. Todos los derechos reservados.

  • “Alabama Monroe” (microcrítica)
  • “Oslo, 31 de agosto”: Una vida que agoniza
  • “El médico”: La lámpara de Aladino
  • “Una vida sencilla (A simple life)”: Toda una vida…
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Publicado el 24 abril, 2014 | Categoría: Años 2000 / 2005, Ciencia-ficción, Hollywood, Opinión

Etiquetas: La memoria de los muertos, memoria, muerte, Omar Naim, Robin Williams