Por Jorge Garacotche
Tuve la oportunidad de hablar con gente sabia, todos coinciden en un punto: «no esperar que la cosa deje de suceder, o no esté, para tratar de remendar el asunto solo con arrepentimiento». Pero no es sencillo, reconozcamos que solo cuando algo nos falta los mortales caemos en la cuenta de la ausencia, es una de nuestras mayores condenas.
El 23 de junio de 1961 Los Beatles tuvieron una oportunidad muy especial, pudieron grabar por primera vez y acompañando a un cantante inglés. Sucedió durante los días duros en su estadía en Hamburgo, Alemania, pero además registraron un par de temas propios. Uno de los que eligieron fue un viejo charleston de 1927, «Ain´t she sweet?», de Ager y Yellen, dos extraordinarios autores de esos años. El tema es excelente, provisto de una gran melodía y un ritmo que incita a bailar. En nuestro país fue publicado y difundido a mediados de los años ´50. En esa época, mi viejo lo conoció, con una letra en español bastante berreta, pero lo tenía en mente aunque no recordaba quién lo interpretaba y yo nunca pude averiguarlo.
En esta versión canta Lennon tratando de imitar a alguien, no sé si le sale bien, pero al rato se ve que se acuerda de quién es y aparece su impronta tan particular. Está cantado de una manera que ya insinúa que va a ser el mejor, el que invente un estilo revolucionario, por algo pasó lo que pasó. El tipo afina, interpreta y le pone su estilo de forma mágica. Uno a través de esta grabación empieza a pensar que quizá algunos, al escucharla, podrían haberse anticipado a lo que iba a suceder.
Hay que pensar que son adolescentes los que están tocando ahí y sin embargo no parece, hay en el sonido grupal cierto aire a gente experimentada, a músicos que conocen de modo profesional las reglas del juego, qué maravilla lo que ya producían.
Las guitarras tienen mucha polenta, esto es notorio tanto en los rasgueos como en la manera de marcar los acentos, con una vivacidad particular que le pone pimienta al asunto. En los estribillos se escuchan esas guitarras marcando una base típica rock and roll, van muy ajustadas dando un color novedoso. Hay que recordar que cuando esta canción fue compuesta el rock and roll no estaba en la cabeza de ningún futurista, ni siquiera en la mira de quienes protagonizaron “Volver al futuro”.
El solo, realizado por un pibe como George Harrison, debe ser calificado como brillante, y si no que alguien crítico venga y nos muestre cómo soleaba él a los 17 años en un disco. El bajo es más que correcto, con algunas notas que anticipan la genialidad, sumado al buen gusto, de Paul. Ejecutado con un conocimiento muy certero de qué carajo es un charleston, un hermoso y melodioso estilo de la década del 20 en Estados Unidos, que vimos en películas de Hollywood, con chicas de vinchas, vestidos ajustados y fumando con boquillas provocadoras.
Según John, por esos días en que conocieron a Ringo éste siempre andaba borracho, fumaba sin parar y era muy noctámbulo, incurable, una muy buena manera de conectarse con el arte y la bohemia. Notamos que Ringo aprovecha cualquier espacio para imponer lo creativo atado a lo rítmico, siempre fue muy astuto en ese terreno, con una extraordinaria capacidad de síntesis, algo tan difícil en la música. En toda la discografía oficial del grupo la batería siempre llama la atención, ahí está el pulso de la banda, la mayor fuente de swing, la garra, la energía desbordante que incita a bailar, a mover el pie y terminar enloquecido. Uno intuye que los demás se apoyan en él, es la bata la que conduce y todos se alinean para mantener ese ritmo contagioso y parejo. El otro trabajo lo hacía la belleza de las canciones. Esto lo pueden constatar si miran cualquier video de Los Beatles en vivo.
Cuando alguien escucha esta linda canción, a los pocos compases se pregunta ¿qué le pasó a Ringo, estaba dormido, no le gusta el tema, se habrá levantado mal ese día?, y le respondemos: no, no toca Ringo, ahí está el careta de Pete, que no escabiaba ni tomaba anfetas con los otros, que no se agarraba a piñas en las noches alteradas, que no puteaba a los alemanes ni discutía con los dueños de los boliches, un pusilánime.
Habría que dar cuenta que Ringo venía de una familia de clase trabajadora, vivía en una zona pobre de Liverpool, en uno de esos barrios en donde tras la caída del sol clausuraban todo porque las calles se tornaban más que peligrosas, con álgido clima de posguerra. Por supuesto que todos estos ingredientes sociales cargan el trabajo artístico de un tipo surgido de allí.
En todo el repertorio Beatle siempre andan rondando por ahí una serie de ideas que noto y respeto: aquello de llevar la música popular a su máxima expresión creativa, con la prolijidad necesaria como para resaltar las emociones, la hermosa búsqueda de la exquisitez, el virtuosismo y la alta calidad en canciones que por ahí figuran en la lista de “lo simple”, pero la simpleza es patrimonio de la gente sabia. En la historia de la música popular hubo, por suerte, mucha gente que se le paró de manos a ese prejuicio y llevó el arte popular a lo sublime.
En 1970 el sello Polydor editó aquel disco del cantante Tony Sheridan grabado entre 1961 y 1962, aunque en la tapa de este álbum dice “Circa 1960”. En Argentina se publicó en 1970 cuando Los Beatles se estaban separando y muchísima gente beatlemaníaca fue corriendo a comprarlo para escuchar a Los Beatles cuando no eran Los Beatles sino una banda que acompañaba a un solista. El álbum se conoció como “The Beatles featuring Tony Sheridan”. Allí había dos temas de los muchachos de Liverpool: “¿No es ella dulce?” y “Llanto por una sombra”, tema instrumental de Lennon y Harrison.
Hay una excelente película que retrata con mucha honestidad y veracidad histórica ese capítulo en la vida beatle, se llama “El nacimiento de Los Beatles”. Relata la vida de la banda desde que eran un simple trío de adolescentes en Liverpool, su enorme entusiasmo a pesar de todos los inconvenientes. Recuerda aquellos tiempos duros en Alemania, hasta cerrar cuando un single de ellos llega al primer puesto del ranking inglés. Los actores son muy buenos, incluso recuerdo que el que hace de John es bastante parecido. Este film se estrenó en Argentina un mes después del asesinato de John Lennon, ¿marketing necrofílico?
Qué suerte en esta vida tener a Los Beatles, a Ringo, para conectarse con la alegría, con la energía positiva, con la necesaria vitalidad que se debe poner para todo. Captar la filosofía beatle es como meter los dedos en el enchufe pero jamás electrocutarse porque cierto hechizo nos protege. Prueben en un momento de bajón, de dudas, de malos recuerdos, poner un tema de Los Beatles, ellos algo van a hacer por ayudar a pasar el mal rato, Ringo siempre tiene una respuesta para los que se asustan con la tristeza.
Jorge Garacotche - Músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y Presidente de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires).