La Mesa Beatle: Resumen porteño

Publicado el 31 julio 2024 por Moebius
Muy buenos días desde La Barra Beatles. Hoy tenemos tiempo así que nos vamos de viaje con rumbo hacia la discutida década del 80. Luis Alberto Spinetta no pudo grabar durante tres años en tiempos de la dictadura cívico-militar-eclesiástica, así fue que nos perdimos las visiones de un vocero de nuestro lado. Solo se presentaba en vivo, lo vi varias veces y lamentaba que nunca anunciara la publicación de un nuevo disco. A fines de esa tragedia, con Jade publicó el maravilloso “Bajo Belgrano”, y ahí hay varias reflexiones, barriales y de las otras. En “Resumen porteño” creo que nos muestra desnudos frente a la sinrazón que amortajaba. En esta etapa de Spinetta Jade la banda contaba con músicos de una enorme categoría: César Franov en bajo; Pomo Lorenzo en batería; Leo Sujatovich en teclados, y el propio Spinetta en guitarras y voz. El álbum “Bajo Belgrano” fue grabado entre los meses de julio y septiembre de 1983 en el Estudio Moebio, en Bs As.
Por Jorge Garacotche

“Ricky está listo, listo del bocho, y encima le tocó marina, 937…” (o sea la colimba de mierda y para colmo dos años en la Marina, por número alto en la quiniela militar). Destino duro el de este pibe que trata de encontrarse en los flashes que le proporcionan las pastillas, mientras saca un pasaje en micro hacia Río. La situación en el país era de una crueldad tal que golpeaba muy fuerte en los débiles, en quienes no tenían un destino claro y deambulaban por un país desolado. Las pastillas eran una salida en el mientras tanto, por lo menos por un rato uno dejaba de ver un desfile de pesadillas, de escuchar música idiota o de mirar por la televisión al coro de chupamedias.

“Águeda baila, baila y se cae, y no adelgaza nunca…”. Águeda no está flaca como quieren todos, entonces toma anfetaminas en su plan de adelgazar y salta de un diván a otro jugando en el engranaje que atrapa a los psicoanalistas. Estos la usan, dice Luis Alberto, juegan y chusmean sobre sus sensaciones, pero ella sigue segura en su caída libre. “Los psicoanalistas la están usando y dicen que no hay caso ya, ¿será por su mejilla verde?…”, pero solo deciden retroceder espantados por su mejilla, carecen de imaginación como para percibir qué cosas suceden en la cabeza de esta adolescente que solo es feliz en los conciertos de rock.
A nadie parece importarle que ella es detenida sistemáticamente por la policía, humillada en las infames comisarías donde seres repugnantes le prometen sufrimiento entre sonrisas, o que, estando pasada de anfetas, se coma alguna violación entre los suboficiales. Nadie escuchará gritos ni hablará del afamado inconsciente burgués, solo estará ella y su apocalipsis tirada en un calabozo hasta que cambie la guardia y le den la libertad hasta el próximo capítulo.“Cacho está muerto, muerto de risa, y ya no siente nada…”. Por esos años eran tantas y tantos los que no sentían nada, pero años después aseguraron que sí sentían, pero que no supieron demostrarlo en ese momento, ni se imaginaban lo que ocurría, sin embargo caminaban las mismas calles desde donde se llevaban a 30.000 personas. Concurrían a facultades donde alumnos y alumnas de pronto dejaban de ir a clase, así como por arte de magia, pero resulta que nadie hacía preguntas, preferían creerle a los diarios, los turros solo preguntan cuando tienen asegurada la respuesta tranquilizadora.
“El va con su caña, y con su portátil, y arma con el alba, no sé si habrá de enloquecerse, o es que así quedará…”. Durísima pregunta que en momentos de excesos nos hemos hecho y solo el miedo tuvo argumentaciones realistas.
“Aunque se disuelva el horizonte, pero la verdad es que da impresión, ver los blancos peces en un nylon, cuando en realidad es tan temprano…”. Siempre me pareció una extraordinaria frase eso de ver como se disuelve el horizonte, o, al menos, soñar que sucede. Cuántas veces caminando por la Costanera de Buenos Aires veía a los pescadores, sentados en sus sillas playeras, con la caña de matar apoyada en un sucio muro recorrido por cucarachas, y esas bolsitas de nylon en donde en un cachito de agua agonizan un par de peces.
En la exquisita pintura que ilustra la portada del álbum se lo ve a Luis Alberto, apoyado contra un muro, más atrás está Cacho, sentado con su caña perdido entre confusiones íntimas y aquel horizonte ajeno.
Y cuando la canción va terminando deja colgando un recuerdo atroz: “Usualmente, solo flotan cuerpos a esta hora…”. Spinetta es de un barrio, Bajo Belgrano, que queda muy cerca de la Costanera, muchas mañanas andaba por ahí con amigos o alguna novia dejándose chocar por ese viento que se perderá luego entre los edificios. Lo vio, lo supo, escuchó comentarios, que hablaban de cuerpos flotando en el río producto de las matanzas de los militares en La Escuela de Mecánica de la Armada, lo que tiempo después se denominó “vuelos de la muerte”.

Luis Alberto fue uno de esos que nos relataba la tragedia, claro que lo hacía entre códigos. No era sencillo comprenderlo, es cierto, pero eran tiempos de censura y la autocensura también ayudaba a contar las cosas de otro modo, se establecía un juego entre el vocero y el lector, entonces uno deambulada por palabras y frases hasta encontrar una teoría, una visión propia, que nos explique eso que estábamos intuyendo.
El rock argentino, una vez más, hacía su tarea docente con melodías y sensaciones que no estaban en ninguna escuela. Traducía el atroz lenguaje de los tiempos pesados mientras nosotros/as tratábamos de que pasen los días, que parecían una tortura silenciosa y liviana para inofensivos. Mirábamos con dolor tratando de continuar, pero esa realidad nos tenía atados, nadie avanza cuando el terror dirige el tránsito.

Jorge Garacotche - Músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y Presidente de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires).