Argumento:
Ebba y Mårten se instalan en la isla de Valö, en la granja en la que vivió la familia de ella cuando la joven era niña y donde ocurrieron hechos todavía sin resolver.
Comentario:
Reseñar una novela de Camilla Läckberg es fácil y difícil a la vez, y ambas cosas por una sola razón: que se puede decir casi lo mismo de cada una de ellas, dado lo mucho que se parecen tanto en la estructura como en los temas que tratan.
La autora recurre, una vez más, a la narración en dos tiempos, el presente y su investigación y el pasado, que suele estar relacionado o ser el origen de los crímenes actuales, en este caso centrado en contar la historia de varias generaciones de mujeres de una misma familia, logrando crear expectativas, sospechas e incluso alguna sorpresa.
Al igual que en las novelas anteriores, se alternan múltiples puntos de vista, desde Erica, Patrik y quienes les rodean (familia, compañeros de trabajo) hasta las víctimas o los sospechosos, de quienes se relatan pensamientos, opiniones y conversaciones con la intención de crear intriga y expectativa, haciendo que todos tengan algo que ocultar.
También como en otras ocasiones, hay varios personajes que hacen deducciones o reciben información que la autora oculta con más o menos destreza y disimulo, y escasa credibilidad, creando una sensación de «engaño» al no proporcionar toda la información necesaria para poder adelantarse a los protagonistas en la resolución de los diversos misterios que se plantean.
Los temas que trata siguen siendo los habituales: la familia (incluida, sobre todo, la de los protagonistas), la situación de Suecia durante la Segunda Guerra Mundial, el nazismo, la política o la influencia del pasado en el presente, sin que se aporte nada nuevo ni en la forma de contarlo ni en el contenido del «mensaje».
Las vidas privadas de los personajes principales no aportan grandes novedades ni evolucionan de forma sustancial, siendo Anna, la hermana de Erica, la principal perjudicada (como de costumbre) de los cambios que se producen, si bien en esta ocasión el final no es tan impactante como los anteriores, por lo que la espera hasta la lectura de la siguiente novela de Fjällbacka, que será la novena, quizá no se haga tan larga a sus admiradores.
En resumen: «La mirada de los ángeles» es más de lo mismo, hasta el punto de que, en ocasiones puede producir la sensación de que ya se ha leído la novela. Por suerte la redacción ha mejorado, la autora maneja con más destreza las convenciones del género e incluso, en la recta final, se crea cierta intriga e interés por saber quién ha hecho qué y cómo lograrán salvarse, o no, varios de los personajes.
Pasajes de la «La mirada de los ángeles»:
«Pese a que habían transcurrido más de seis meses desde que se les arruinó la vida, seguían sin saber cómo actuar el uno con el otro. Cada noche se acostaban en la cama de matrimonio dándose la espalda, aterrados ante la idea de que un movimiento involuntario desencadenara algo que luego no supieran controlar. Era como si el dolor los colmase hasta el punto de incapacitarlos para abrigar ningún otro sentimiento. Ni amor, ni calidez, ni compasión.La culpa se interponía entre ellos como un peso del que no hablaban. Habría sido más fácil si hubieran podido analizarla y decidir cuál era su sitio. Sin embargo, se movía libremente de un lado a otro, cambiaba de potencia y de forma y atacaba cada vez desde una nueva posición.»
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«Acarició los listones con la mano. Nunca antes se había percatado de que la casa tenía alma. Aquella casa adosada de Gotemburgo que ella y Mårten habían comprado cuando aún era prácticamente nueva. Entonces le encantaba que todo estuviera limpio y reluciente, que estuviera impecable. Ahora, en cambio, lo nuevo no era más que un recuerdo de lo que hubo, y corriente apagase la llama al cabo de un rato. También en su ánimo llovía y soplaba el viento. Y las llamas que ella trataba de encender se extinguían implacablemente esta otra casa, con sus desperfectos, encajaba mejor con su estado de ánimo. Se reconocía en aquel tejado con goteras, en la caldera, que a veces no arrancaba sino a golpes, y en el aislamiento defectuoso de las ventanas, donde no podían dejar una vela encendida sin que la con un soplo frío.Quizá las heridas del alma sanaran allí, en Valö. No tenía recuerdos de aquel lugar, pero era como si la isla y ella se reconocieran.»
***T***
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