Esta imagen debe dar que pensar. Estas mujeres son fotografiadas indiscriminada mente por turistas. Pertecen a una pequeña etnia de Birmania, la Kayan. Sin embargo, los kayan se unieron a la lucha armada contra el gobierno de Birmania y muchos kayan tuvieron que exiliarse a la vecina Tailandia, donde el gobierno no les reconoce el estatus de refugiados. Para sobrevivir, sus mujeres, conocidas por sus altísimos cuellos, se dejan fotografíar.
El zoo humano en que se están covirtiendo los tres poblados kayan que hay en Tailandia, ha hecho reaccionar al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR en inglés). El organismo internacional pide a los turistas que dejen de ir y que el gobierno tailandés se ocupe de proteger a sus refugiados.
Sin llegar a este extremo, creo que muchos hemos sido testigos, si no partícipes, de tomar fotografías sin permiso, privando al fotógrado de una mínima complicidad con el sujeto, que además es posible que estuviera dispuesto a colaborar, una vez un mínimo de relación humana ha sido establecida.
Hoy con la abundancia de las cámaras digitales, la fotografía se vanaliza. Se invierte más tiemperdigan por las carpetas de nuestra computadora. No entiendo por qué la gente toma fotos que se parecen a las postales (pero de peor calidad claro está) o de objetos, edificios, que están más que fotografiados. A veces me dan ganas de gritar a los turistas: ¡aparta la cámara y mira! ¿Cuántas veces mejos visto a turistas que al poner el pie en un lugar hermoso, ya tienen la cámara pegada a po haciendo fotos que observándolas luego en la pantalla del ordenador (muy pocas llegan a imprimirse). Miles de fotos de desla cara?
¿No sería más inteligente tomar menos fotos pero de más calidad y significado?