Tras un viaje de siete años y un periplo de casi 8.000 millones de kilómetros, la sonda Messenger entrará esta madrugada, si todo marcha según lo previsto, en la historia de la exploración espacial al convertirse en la primera nave humana que visita Mercurio, el planeta más cercano al Sol de nuestro sistema. Una vez allí, sus instrumentos realizarán detallados mapas de la superficie de este tórrido y aún poco conocido mundo, estudiarán su composición, su campo magnético y su casi inexistente atmósfera.
Por muchas razones, esta primera nave de la Humanidad a Mercurio (sin contar las dos fugaces aproximaciones de la Mariner 10 en 1974 y 1975) ha resultado extraordinariamente compleja y, aunque otras naves han visitado ya con éxito planetas mucho más alejados, llegar a Mercurio ha sido (y sigue siendo hasta esta madrugada) un desafío sin igual. He aquí cinco características que hacen de la Messenger una misión única.
1- Un viajero incansable y veloz
Mercurio, el primero de los planetas del Sistema Solar, no está excesivamente lejos de la Tierra si lo comparamos, por ejemplo, con Júpiter o Saturno. De hecho, orbita alrededor del Sol a una distancia media de 58 millones de km. mientras que la Tierra lo hace a unos 150 millones de km. A pesar de eso, para alcanzar su objetivo Messenger ha tenido que recorrer 7.900 millones de km durante su vieje de casi siete años, un tiempo en el que ha realizado ocho órbitas completas alrededor del Sol.
Las razones por las que la nave ha seguido esa ruta tan complicada son dos: la proximodad de Mercurio al Sol y la práctica ausencia de una atmósfera en el planeta. Para poder insertarse en su órbita alrededor de Mercurio, la sonda debe, por fuerza, reducir drásticamente su velocidad y ser “capturado” por la gravedad del planeta antes de que la gravedad del cercano Sol la atraiga sin remedio.
En otros mundos, como Venus o Marte, es posible frenar atravesando sus relativamente densas atmósferas, en una maniobra que se denomina “aerofrenado”. Pero eso no es posible en el caso de Messenger. Por eso, desde 2004, el año en que fue lanzada, la sonda ha realizado numerosas “pasadas” por Venus, la Tierra y el propio Mercurio, con el único objeto de ir reduciendo paulatinamente su velocidad. Durante su viaje, la velocidad media de la sonda ha sido de 136.000 km/h. , aunque en momentos puntuales ha llegado a desplazarse a 241.000 km/h., cinco veces más rápido que los trasbordadores espaciales cuando están en órbita de la Tierra.
2- La mitad de su peso es combustible
En el momento se su lanzamiento, la sonda pesaba 1.100 kg. de los que 600 kg. eran de combustible. La razón principal de llevar tanta “gasolina” es, de nuevo, la necesidad de frenar lo suficiente como para entrar sin problemas en la órbita de Mercurio. Esta madrugada, la nave encenderá su motor principal durante 15 minutos y en la dirección contraria a la de su movimiento. Cuando haya frenado lo suficiente y sea capturada por el planeta, Messenger habrá consumido el 31% del combustible original.
3- Lleva un escudo solar
Dado que Mercurio está tan cerca del Sol, la nave debe ser capaz de soportar un intenso calor y una dosis enorme de radiación. Por eso está equipada con una “sombrilla” de 2,4×1,8 metros, resistente al calor y altamente reflectante. Está hecha de titanio y está anclada en parte frontal de la Messenger. Cuando la Messenger esté en el punto más cercano al Sol de su órbita alrededor de Mercurio, la cara del escudo que reciba la luz solar estará a unos 700 grados de temperatura. A su sombra, los instrumentos científicos de la misión podrán trabajar cómodamente a unos 70 grados.
4- Una órbita «elástica»
Las órbitas de la Messenger alrededor de Mercurio serán de doce horas y extremadamente elípticas (ver vídeo). En su punto más próximo al planeta, la nave se acercará en cada órbita hasta unos 200 km. de su superficie, mientras que en el punto más alejado estará a más de 15.000 km. de ella. Será como una sucesión de “rebotes” que llevarán a Messenger, alternativamente, muy cerca y muy lejos de Mercurio. Por supuesto, durante los breves minutos de mínima distancia, la nave realizará sus observaciones más detalladas.
5- La misión sólo durará dos días
Dos días de Mercurio, por supuesto, lo cual equivale a 352 días terrestres. Los días en ese planeta son tan largos (176 días de la Tierra) porque Mercurio rota muy lentamente sobre su eje. En contraste, gira muy rápidamente alrededor del Sol y sólo tarda 88 días en realizar una órbita completa.
Por eso, durante su año (terrestre) de misión, la nave experimentará dos días, pero más de cuatro años de Mercurio. Después de eso, y dado que no tiene suficiente combustible para regresar a la Tierra, seguramente terminará por estrellarse contra la superficie del planeta que ha ido a estudiar.
Via: abc