Decir que un músico interpreta con sensibilidad una pieza es una expresión redundante de gacetilla provinciana que no se ajusta bien al talento y a la intuición prodigiosa del jovencísimo pianista emeritense Abraham Samino que el pasado 15 nos ofreció en los Sábados musicales de las Juventudes Musicales de Zafra un extraordinario concierto con un programa muy bien seleccionado en sintonía total con el apasionado carácter de este músico tal cual eran sendas obras de Schummann (Humoreske opus 20) y de Ravel (la serie Miroirs, de 5 capítulos).Abraham Samino (de sobrado talento con tan sólo 20 años) desplegó en su concierto una energía que nos envolvió en su particular discurso vibrante, intuitivo y visceral, virando muy hábilmente el tempo de los pasajes a sus propias necesidades artísticas y haciendo así del piano un luminoso velero de sonidos surcando en la noche abrumada de emociones.Abraham Samino concilia en su arte el virtuosismo técnico (de gran depuración) con la intuición y la mística.
Decir que un músico interpreta con sensibilidad una pieza es una expresión redundante de gacetilla provinciana que no se ajusta bien al talento y a la intuición prodigiosa del jovencísimo pianista emeritense Abraham Samino que el pasado 15 nos ofreció en los Sábados musicales de las Juventudes Musicales de Zafra un extraordinario concierto con un programa muy bien seleccionado en sintonía total con el apasionado carácter de este músico tal cual eran sendas obras de Schummann (Humoreske opus 20) y de Ravel (la serie Miroirs, de 5 capítulos).Abraham Samino (de sobrado talento con tan sólo 20 años) desplegó en su concierto una energía que nos envolvió en su particular discurso vibrante, intuitivo y visceral, virando muy hábilmente el tempo de los pasajes a sus propias necesidades artísticas y haciendo así del piano un luminoso velero de sonidos surcando en la noche abrumada de emociones.Abraham Samino concilia en su arte el virtuosismo técnico (de gran depuración) con la intuición y la mística.