Acabo de terminar la segunda temporada de 12 Monkeys y siento la imperiosa necesidad de explicar por qué se ha convertido en uno de mis entretenimientos televisivos favoritos. Durante su segundo año, esta producción de Syfy no ha parado de mejorar. Siempre es buena señal ver a una serie explorar nuevas vías más allá de su premisa original y más, si como 12 Monkeys, lo hace creando una mitología sugestiva y amena.
Sé que la serie no aguantaría un análisis pormenorizado de sus tramas ni de sus idas y venidas por el tiempo pero, en conjunto y abrazando la
suspensión de la incredulidad, estamos ante un entretenimiento más que digno que, durante su segundo año en antena, ha sabido armar una fascinante mitología en torno a su idea base: la plaga que mina a la población mundial. 12 Monkeys ha ido más allá de la premisa de la película de 1995 (si no sabes de lo que hablo deja de leer en este punto y búscate una vida) explotando su mejor baza, los viajes en el tiempo. Este tropo recurrente de la ciencia ficción le permite, no solo explorar diferentes épocas a través de unos personajes que, en su mayoría, solo conocen una realidad apocalíptica, sino también seguir la evolución de unas relaciones personales sometidas a los caprichos de las paradojas temporales. Es en estos dos apartados donde es más evidente la mejora de la serie, la ampliación de las épocas visitadas (1961, 1957, 1959, 1975, 1944) y la profundidad y complejidad que han adquirido las relaciones personales durante estos 13 capítulos.Personajes en constante evolución
La frenética carrera para salvar su época y al tiempo en sí mismo ha creado fracturas en un grupo que, ya desde el final de la primera temporada, evidenciaba profundas fisuras. Cassie no confía en Cole, Ramse es persona non grata en 2044, la doctora Jones se encuentra con un aliado inesperado y la West 7 de Deacon campa a sus anchas por las instalaciones donde opera el grupo en un delicado equilibrio que nadie parece capaz de mantener.
Por fin, James Cole, indiscutible protagonista de la historia, asume su condición de líder y pasa de ser una mera herramienta para un fin a eje cohesionador del grupo. Sin él, sin su guía, sin su sentido de la responsabilidad y del sacrificio, 2044 no existiría y todos estarían muertos. Cole perdona a Ramse, Cole protege a Jessica y a Cassie, Cole comprende a Jones ... y su crecimiento se completa gracias a la guía de la Jennifer Goines de 2044.
Sigue siendo muy interesante la exploración de la relación de amistad entre Cole y Ramse, dos personajes cuyo vínculo parece capaz de soportar cualquier cosa. Parece que, pase lo que pase, siempre confiarán el uno en el otro, aunque a veces tengan opiniones muy diferentes y se encuentren en bandos enfrentados. Además, tanto Aaron Stanford como Kirk Acevedo están fantásticos en sus escenas juntos, sus diálogos y encuentros tienden a ser entretenidos de ver porque, siendo como son dos personalidades muy diferentes, se complementan perfectamente pese a aplicar metodologías dispares para la resolución de problemas y conflictos.