La Mochila Torcida ( 10 ) La Sinfonía del Mesón
Es una historia cargada de poética belleza. No es difícil imaginar aquellas gentes batallando contra las inclemencias del tiempo ataviados con ropas que nada tienen que ver con nuestras confortables prendas de Gore –Tex, sufriendo unos caminos que probablemente también estarían en peores condiciones que estos de hoy…en fin
Que hay situaciones en las que abrir puertas a la imaginación para dejarla que arrase por donde quiera que pase es más fácil cuando el tiempo transcurre lento en un pueblo que está más cercano a un bello grabado del pasado que a la auténtica realidad. Bien es verdad que cuando uno se acuesta demasiado temprano, y esto en la vida peregrina ocurre con excesiva frecuencia, el sueño, que es caprichoso, viene o no viene; y cuando se emperra en no aparecer pues…imaginar ochocientas estacas a lo largo de un camino para no perderse, y unos hombres que en mi cabeza percibía envueltos en raídas capas ondulando bajo un viento casi intempestivo, me parecía mucho más eficaz para conjurar a los hados del sueño que intentar sacudirme el taladrante zumbido de abejas de los inquilinos de la desconcertada habitación. Pero daba igual, ni retrotrayéndome al pasado, ni procurando interiorizar los ruidos del albergue, ni imaginarme tumbada en cualquier playa de Huelva, conseguía relajarme.
Por otro lado, a las seis de la mañana, apenas ajustamos las mochilas y el sereno de la madrugada nos cayó encima, bastó una mirada al cielo aún cubierto de estrellas para que el mal humor se esfumara por arte de encantamiento. Empezábamos a acostumbrarnos a esa sensación de bienestar. En esos momentos la cosa cambia. Ahí la mente se abre, y ahí se olvidan los sinsabores de las incomodidades. Esas madrugadas nada tienen nada que ver con las de la rutina cotidiana. Eran únicas. Son únicas.
Esas madrugadas, (no me cansaré de repetirlo) están llenas de poesía…casi tanta como las que se adherían a las ochocientas estacas que los peregrinos del medievo veían por esa zona que nosotros, un día más, ya dejábamos atrás.
- María Penís