Pues finalmente, Urdangarin no pagó la fianza. Por lo visto no podía juntar los 8,1 millones de euros. Es una lástima la verdad, deberíamos poner 1 euro por ciudadano y ayudarle a que salga del pozo. Eso o que venda sus múltiples propiedades como el palacete de Pedralbes valorado en 5,8 millones de euros, o la casa de Terrasa de 231.000 euros o alguno de los 2 apartamentos de Palma de 391.850 euros.
Cuando el rey dijo en el mensaje navideño que la justicia era igual para todos y que quién cometiera un delito debía pagar por ello seguro que pensaba en Urdangarin pero claro, quizás se le olvidó que la señora esposa de Iñaki es la Infanta Cristina. Una vez imputados todas las altas esferas de Nóos, el pueblo llano aún sigue esperando la imputación de la infanta (lo escribo en minúsculas porque para mí ha perdido el respeto que le da su título).
De la junta directiva de Nóos ya únicamente falta ella por estar imputada y no me sirve que afirme que no sabía nada. Es decir, obtenéis bienes inmuebles por un valor superior a 6 millones de euros y no preguntas a tu marido de donde sale el dinero. Ya hemos visto en otras acusaciones como la pareja del acusado/a dice no saber de dónde provenía el dinero de su cónyuge o pareja, y esto me suena al dicho de “tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. Es decir, ni un niño pequeño se creería que la infanta no sabía a qué se dedicaba su esposo, más que nada porque cómo ha indicado otro de los acusados las conversaciones sobre Nóos se llevaban a cabo en mitad de comidas donde ella también estaba presente.
Al final la infanta “saldrá de rositas” de todo este lío. Porque en este país parece que la monarquía aún es intocable en ciertas circunstancias. Como se indica hoy en diversos medios informativos,el juez embargará el palacete de Urdangarin y el chalé de su exsocio, con lo cual parece que al menos la justicia recaerá sobre ellos, pero la impresión final que le queda al ciudadano en que en pleno año 2013 la monarquía en España sigue siendo una institución con demasiadas ventajas y favoritismo e impune ante la justicia común que el rey promulgaba a los cuatro vientos en Navidad.