La monja que vaciaba el río a cubazos

Por David Porcel
Si no hay agua, no hay luna Cuando la monja Chiyono estudiaba zen con Bukko de Engaku, era incapaz de retener durante largo tiempo los frutos de la meditación. Por fin, una noche iluminada por la luna, acarreaba agua en un viejo cubo reforzado con una tira de bambú. El bambú se rompió, el fondo del cubo se desprendió ¡y en aquel momento Chiyono quedó liberada! Para conmemorarlo, escribió un poema: De una y otra manera traté de salvar el viejo cuboPuesto que la tira de bambú se debilitaba y amenazabacon romperse.Hasta que al final cayó al fondo.¡No hay más agua en el cubo!No hay más luna en el agua!

 Hasta aquí. Este es el relato que lleva por título Si no hay agua, no hay luna. Chiyono se aferra en salvar el cubo y retener el agua, pero ni el agua pertenece al cubo ni la luna pertenece al agua. ¿Entonces por qué tratar de salvarlos? ¿No es tan vana la pretensión de cuidar que el agua no caiga al fondo como la de tratar de vaciar un río a cubazos? Chiyono se ha liberado, no del agua ni del cubo ni de la luna, sino del propósito de aferrarse a lo vano. Ahora ya podrá mirar la luna y contemplar el río. Reflexión del 22 de Noviembre