La monomanía de Piqué

Por Igork
De nuevo Piqué habla bien del Madrid. Empiezo a sospechar que este hombre sufre una monomanía. Como la monomanía del capitán Ahab con Moby Dick, la gran ballena blanca. Aunque el capitán Ahab, gestado en la mente de un genio loco como Herman Melville, es infinitamente más interesante que el señor Piqué. Incluso el bueno de Bartleby, el escribiente, lo es.

Quizá el jugador no caiga en la cuenta de algo. Que el Madrid y el Barça se parecen mucho más de lo que parece. a) Ambos clubs son enromes, desproporcionadamente más grandes que el resto de equipos de la Liga de futbol española. b) Ambos irradian una influencia que va mucho más allá que la de los límites de las ciudades donde se ubican. c) Ambos son los únicos clubs que, en las imágenes de un poblado africano donde no ha llegado el agua corriente, venden camisetas. Los niños llevaban sus camisetas, más los del Barça, inmerso en un ciclo ascendente. Aunque a esas cosas, como los pantalones altos o bajos de cintura, se les da la vuelta cada ciertos años. d) Ambos reciben el patrocinio por el Estado Islámico, a través de las Monarquías del Golfo Pérsico, demostrando su calado moral, equivalente a aquella gira de los Sex Pistols que tenía como sincero el lema de Todo por la pasta. e) Ambos reciben cuantiosas subvenciones públicas a través de las teles autonómicas. Sí, con tus impuestos se paga a Cristiano o Messi en un país con pobreza infantil y que paga las facturas emitiendo una deuda pública que pagarán los hijos de nuestros hijos. f) Ambos clubs pretenden representar un modelo, que hoy solo los tontos se creen. g) Y ambos mueven ingentes cantidades de dinero que hacen que los fichajes de, por ejemplo, el Villareal, parezcan la inversión de un club de jubilados de un barrio humilde. Se parecen.
Imagino perfectamente a Marcelo vestido de azulgrana o a Busquets de blanco. Puedo ver a Messi besando el escudo del Madrid o a Cristiano el del Barça (bueno, más bien Cristiano besándose a sí mismo). h) Ambos clubs han tenido porteros que no saben cómo decir adiós. Imagino a Piqué moviendo la bandera española con el mismo fervor que ondea la Senyera. Imagino a Sergio Ramos en catalán. Imagino en Campo Nuevo o el Santiagu Bernabeu en les Corts. Se podrían mover las aficiones de un lado para otro y el resultado sería el mismo. Seguirían haciendo ruidosa terapia de grupo todos los domingos.  Pertenecer a un club u otro es una mera cuestión aleatoria. Uno nace donde nace, tiene el padre o el amigo que tiene, etc. Aleatorio y no escogido.

Sí, me encanta el fútbol. Ver un buen partido de fútbol es un placer, jugar, igual que en la cama, todavía más divertido que mirar. Pero el Barça y el Madrid provocan tal cantidad de cotilleos, ocupan tanto espacio en la vida pública y en los (des)informativos, que acaban por provocarme una mezcla de cansancio e irritación. En verano, cuando no saben qué decir de uno u otro, el asco crece. Piqué, probablemente sin ser consciente de ello, cuando habla del Madrid, habla sobre de sí mismo.

La monomanía de Piqué