Pues sí. He aquí uno de los mejores poetas de la historia en uno de sus poemas mal conocidos. Monotonía. He decidido hablar de Juan Ramón Jiménez, que de mayor se colgó un poco —tanta poesía pura no debe ser buena si hablamos de azoteas—, encerrado en sí mismo y puliendo sus poemas una vez y otra —dicen que sin mucho sentido—, porque Luisa Tomás le ha sacado brillo a algunos poemas de JRJ en Facebook. Por si alguien anda despistado, decir que el mundo se ha ido en masa a Facebook. Sí, ese armario que cada vez que es abierto lo entierra a uno en un alud de suéteres, calzoncillos viejos, tejanos raídos a lo Kurt Kobain y bragas de la tatarabuela que veía películas de Sisí Emperatiz. Eso es, millones de notas. Facebook me estresa, no llego a tanto contenido.
Monotonía
El mar de olas de zinc y espumas
de cal, nos sitia
con su inmensa desolación.
Todo está igual -al norte,
al este, al sur, al oeste, cielo y agua-,
gris y duro,
seco y blanco.
¡Nuca un bostezo
mayor ha abierto de este modo el mundo!
Las hora son de igual medida
que todo el mar y todo el cielo
gris y blanco, seco y duro;
cada una es un mar, y gris y seco,
y un cielo, duro y blanco.
¡No es posible salir de este castillo
abatido del ánimo!
Hacia cualquiera parte -al oeste,
al sur, al este, al norte-,
un mar de zinc y yeso,
un cielo, igual que el mar, de yeso y zinc
-ingastables tesoros de tristeza-,
sin naciente ni ocaso…
La Monotonía de Juan Ramón Jiménez