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'La montaña sonora'. Juan Maíllo nos traslada al P.N. Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en su última novela

Publicado el 11 abril 2021 por Juancarlos53

"Si estuviera despejado y con unos prismáticos podrías ver las tres sierras, a la derecha la de Cazorla, la más alta y escarpada, la de Segura en medio y cuyo paisaje oscila entre el valle y sus cumbres. Por último la de Las Villas a tu izquierda en la que abunda más la planicie y el olivar de aceite de calidad suprema como leíste."

Juan Maíllo nació en Lucena, Córdoba, y reside en Huelva, donde imparte inglés en el IES José Caballero. Estudió Filología Inglesa, Cursos de Formación del Profesorado y Teología en las Universidades de Córdoba, Granada y Cambridge.

Sus primeros escritos están publicados en: Angélica, Revista de Literatura, 1996. Mundo Negro y Emblogrium, México, 2013-16. Algunos fueron seleccionados en: 400 palabras, Una ficción, 2014. II Concurso Literario Manuel V. Segarra Berenguer, 2019. Confinaletra, 2020. O en la Revista Mexicana Periferia. En cuanto a novela: Los asesinos, 2013. La Cara Oculta de Hamlet, 2014. Vaho, 2016. La Primera Página, 2016. Caronte, 2017. El adivino, 2018.

'La montaña sonora'. Juan Maíllo nos traslada al P.N. Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en su última novelaLa novela

(proporcionada por la propia editorial)

Antes de "La montaña sonora" únicamente había leído de Juan Maíllo, "Caronte", novela que publicó en 2017 que con muchísimo gusto leí hará cosa de dos años y de la que dejé constancia en este blog en la reseña que hice de la misma. Si comparo ambas narraciones la balanza se me inclina más por esta última que por la anterior aunque ambas mantienen, especialmente en el aspecto formal, muchas semejanzas.

De "La montaña sonora" casi todo me ha gustado: la historia que presenta, ese desasosiego interior del personaje masculino que a pesar de los años transcurridos aún sigue anclado en una no del todo clara aventura juvenil ocurrida en la Sierra de Cazorla junto a su amigo Fran; la relación matrimonial entre Natalia Fonseca y Juan de la Lastra quienes, quizás inmersos en el síndrome del nido vacío, no están pasando por su mejor momento; la llamada de la Naturaleza, inmensa y subyugante, que parece atraer a Juan a una irracional comunión con ella en la ingenua pretensión de volver a vivir esa relación juvenil de algo más que amigos mantenida en la falda de esa montaña que parece reclamarle; la envoltura musical de todo el relato -de ahí el título de la novela- en los temas de The Cure que sonaban en los años 80, y que sirven para ubicar temporalmente esa relación entre Fran y Juan, son, en cierto manera, especialmente Robert Smith, vocalista del grupo, un personaje más de la historia narrada; también el alcoholismo es un asunto importante en el comportamiento de algunos personajes


Junto a los aspectos anteriores, digamos de contenido, me ha encantado en la novela de Maíllo la forma. Creo que aquí es donde su acierto es pleno. Utiliza la segunda persona narrativa para mostrarnos de manera magnífica el soliloquio que el protagonista mantiene durante la mayor parte del relato. Juan Maíllo, que es andaluz, transmite con este desdoblamiento del personaje que narra, actúa y se contempla a sí mismo, la máxima machadiana de "converso con el hombre que siempre va conmigo / quien habla solo, espera habla a Dios un día ". Y es que efectivamente Juan de la Lastra en esta novela se busca a sí mismo, pues si algo está claro en él es su desorientación vital.

Además de la figura del narrador me ha gustado muchísimo la manera de entreverar los momentos narrativos, el actual y el evocado. Es una mezcla que surge sin previo aviso, tal y como sucede habitualmente en la mente de las personas. Aquí es el monólogo interior y el flujo de conciencia los procedimientos empleados con sumo acierto por el novelista. Introduce el autor en esta novela, junto a estos recursos narrativos, fórmulas innovadoras algunas de naturaleza tipográfica como el abandono en dos o tres ocasiones y muy brevemente de la habitual presentación horizontal del discurso por una sorprendente verticalidad, y otras de tipo léxico como esos vocablos compuestos que pretenden traspasar el alcance semántico de cada uno para alcanzar una significación más absoluta o de mayor efecto:

Miras al frente y en el cielo unas nubes alargadas y finas pintadas de malva. ¿Malva? ¿Estás seguro? No. No es malva. ¿Naranja? No. Tampoco es naranja. ¿Amarillo-naranja? Qué va. Amarillonaranjamalvaazulcelestevioleta con azul marino al fondo. Más es esa mezcla.

Pero sin duda alguna en el terreno formal ha sido la poeticidad lo que más ha llamado mi atención. Hay poesía en la abundancia de versos interpolados, la mayoría de ellos amorosos, cuando el narrador evoca las lecturas de poemas que los dos amigos practicaron en esa escapada; otros verso hay de tono elegíaco, los cuales sirven para orientar al lector sobre el decurso de la historia de estos dos amigos durante los años posteriores a la experiencia vivida. Y también, claro, hay altura poética en el propio texto escrito lograda a través del lenguaje empleado; un lenguaje quizás algo barroco, exuberante, en esa tradición tan andaluza que Maíllo maneja con soltura, precisión y sobre todo gran elegancia. Es un canto a la Andalucía del escritor, a su belleza, a su perennidad:

"Cientos de bombillas se extienden por el campo. [...] Parecen familias enteras de libélulas. No, no son libélulas. Son un espejo del cielo. El campo refleja las estrellas, las poblaciones y ciudades por las que has pasado: Ifnatoraf, Torreperogil, Peal de Becerro. [...]º

Estás enfrente de Andalucía.

Elevas la vista y a la izquierda está el castillo de la Iruela. El agreste peñón sobre el que se apoya y cuyo frontal es un enorme tajo, está más iluminado incluso que su torre. Una escalera que llega a ella está delimitada por múltiples bombillas. Si pudieras subir ahora te sentirías un conquistador con toda Andalucía en traje de noche. Muchas fortalezas fueron levantadas en época árabe. Durante la Reconquista formaron parte del patrimonio cristiano. Los Templarios lo tomaron. En torno a ellas, en torno a esta de la Iruela, estaba el pueblo, sus siervos y siervas, esclavos y esclavas."

La novela está estructurada en dos partes. La primera, formada por quince capítulos, y la segunda exactamente por la mitad, ocho. Evidencia esta distribución una mayor morosidad en la primera acorde con la mostración del embrollo mental del personaje, la belleza de la naturaleza y de la amistad evocadas y la impronta que en esta evocación tiene la música, y especialmente las letras, de los temas de The Cure.

En la playlist anterior de Spotify he colocado los temas del grupo que Juan de la Lastra escucha durante el viaje que muchos años después del realizado en primavera con su amigo Fran hace al P.N. Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Las letras en inglés de muchas de las canciones [no se puede olvidar que el autor es profesor de inglés y amante de la lengua de Shakespeare] sirven de acompañamiento poético y justificación filosófica a los sentimientos y al comportamiento un tanto regresivo del personaje. De todas ellas es especialmente llamativa la del tema ' A forest' que viene a explicitar el motivo que impulsa al personaje a realizar la búsqueda imposible de algo ocurrido 35 años atrás (el cálculo lo realizo por las dos fechas que en la novela aparecen: 1983 para la acampada que hicieron Fran y Juan, y 25 de mayo de 2018 para esa extemporánea salida de fin de semana al campo solo y usando la mentira de ir a ver a su madre al pueblo a fin de que Natalia no se mosquease excesivamente).

La novela es breve, apenas 200 páginas, y su lectura es de lo más agradable. Todo transcurre dentro de una cierta normalidad, la derivada de la rutinaria vida de un funcionario casado desde hace más de treinta años. El tedio de esta vida le lleva a recordar momentos más explosivos vividos durante su ya lejana juventud. ¿Es quizás, ahora que los hijos desde hace ya unos años han abandonado el hogar e incluso el país dado lo mal que aquí está todo, momento para liarse la manta a la cabeza e intentar dar un giro a la vida guiado por estos recuerdos? Esto es lo que nos mantiene atentos a la sucesión de los acontecimientos en espera de su resolución. Una resolución -único pequeño 'pero' que me atrevo a poner a esta hermosa y bien planteada narración- que me ha parecido algo precipitada. Creo que unas cuantas páginas más habrían servido para dejar todo perfectamente redondeado y justificado. Aunque tengo que reconocer una cosa y es que en los devaneos mentales e imaginativos como los realizados por el personaje narrador y que todos algunas veces practicamos, la vuelta al mundo real casi siempre no tiene otra explicación que la pura comodidad rutinaria. ¿O no?

Para despejar el interrogante final no queda otro remedio que leer la novela. ¿O no?

'La montaña sonora'. Juan Maíllo nos traslada al P.N. Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en su última novela 'La montaña sonora'. Juan Maíllo nos traslada al P.N. Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en su última novela

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