Ver a un dirigente politico que castiga o no la corrupción, según sea de su partido o del contrario, que está a favor o en contra del aborto, según quien elabore la Ley, de la eutanasia, del independentismo, de las sentencias del Tribunal Constitucional, del castellano, de negociar con terroristas, de eliminar las ayudas a los parados, mientras se envian ingentes cantidades de dinero a paises y causas exóticas, etc....no hace más que acentuar una división moral de la sociedad, que apoya sin condiciones los argumentos de sus politicos, según el color politico y nunca bajo el prisma de una reflexión propia, intima y personal. Se ha vendido el alma y el pensamiento individual al colectivo. El ciudadano ha perdido el analisis critico para sumarse a aquello que, como una orden, le viene impuesto desde arriba, una especie de patrón de comportamiento que anula al individuo y lo convierte en masa.
Kant creia que el imperativo categorico era una especie de mandamiento moral que hacia que la moral del individuo naciera de la razón y no de la autoridad divina, que su forma de guiarse debiera ser autónoma y no dirigida por ningún colectivo ni por ninguna regla impuesta. Se acrecentaba asi la figura del Hombre sobre la del colectivo. Lo que está ocurriendo actualmente es que nos están despojando de todos los elementos que han hecho del Hombre el factor fundamental de las transformaciones humanas. Estamos pasando a ser un cerebro colectivo que responde a emociones, ordenes, disciplinas y obediencias colectivas que anulan la capacidad de discernir entre el bien y el mal. Las ideologias se han vuelto sectas y el primer deber de una secta es anular la personalidad del ser humano para convertirlo en rebaño y manipularlo. En esta fase estamos.
Estigma