En un reciente discurso dirigido a la curia romana, con motivo de la Navidad, Benedicto XVI aporta nuevas luces para situar la pedofilia de algunos clérigos en el contexto adecuado. Estas son algunas de sus palabras:
"Somos conscientes de la especial gravedad de este pecado cometido por sacerdotes y de nuestra correspondiente responsabilidad. Pero no podemos permanecer en silencio sobre el contexto en el que se dan estos eventos. Hay un mercado de la pornografía de los niños que de alguna manera parece ser considerado cada vez más por la sociedad como algo normal...La devastación psicológica de los niños, en la que seres humanos son reducidos a un producto del mercado, es un terrible signo de los tiempos", alertó el Papa.
El Papa señaló que para luchar por la protección de la niñez es necesario "revisar los fundamentos ideológicos que están detrás de quienes buscan su perversión. En los años setenta, la pedofilia se teorizó como algo totalmente conforme con el hombre y con el niño. Sin embargo, esto formaba parte de una perversión fundamental del concepto de ‘ethos’. Nada sería en sí mismo bueno o malo. Todo dependería de las circunstancias y de la finalidad perseguida". Así, dijo, "la moral es sustituida por un cálculo de las consecuencias y por lo tanto deja de existir. Los efectos de estas teorías hoy son evidentes. Frente a ellos, el Papa Juan Pablo II en su encíclica Veritatis splendor de 1993, indicó con fuerza profética en la gran tradición racional del ‘ethos’ cristiano las bases esenciales y permanentes del actuar moral".
Triste paradoja: los más intransigentes con el sucio comportamiento de algunos eclesiásticos suelen ser fervientes propagadores de un libertinaje sexual sin cortapisas de ningún tipo.