La mosca

Publicado el 10 noviembre 2011 por Abel Ros

El debate ha sido la tecla que don Alfredo necesitaba tocar para levantar de la silla a los indecisos del baile electoral. La flauta de la palabra consiguió avivar el movimiento lento de la serpiente y canalizar la energía de los desencantados. El discurso encorsetado de don Mariano no supo activar el plan B ante la trampa de Rubalcaba. La narración retórica de su programa corroboró las hipótesis de los escépticos. Don Mariano acarició el trofeo de las encuestas pero, sin duda alguna,  la clase trabajadora durmió esa noche con la “mosca detrás de  la oreja” ante la falta de datos para elegir con acierto el color de su papeleta.

Gracias a la alusión reiterada al “futuro incierto del paro”, el sprinter socialista consiguió sembrar las dudas en los barbechos de la izquierda. Rajoy encerrado en la prisión del discurso encorsetado de Arriola, no se percató del veneno caliente que de forma sigilosa le inyectaba el líder de la rosa. La pregunta del desempleo a lo largo de toda la noche, sirvió para tambalear a los indecisos ante el futuro dudoso de la “comida de sus hijos”. La pregunta sin respuesta al estilo de Mariano despertó el enojo de los verdugos rojos y el probable indulto de su castigo. La lectura entre líneas del programa oscuro de la derecha y la ausencia de respuesta por parte de su representante ante la pregunta reiterada de “¿qué es eso de la capitalización del paro?”, generó la reacción acertada en la mezcla que concienzudamente le preparó el químico de la Moncloa.

La lectura entre líneas sirvió para radicalizar el discurso templado de Rajoy. A don Mariano le costó más de una “cara roja” ocultar los renglones azules de su programa. La pregunta sobre el futuro de las jubilaciones, o dicho en boca de Rubalcaba, “explique qué es eso de llevar un informe de las pensiones cada dos años al parlamento“, incrustó las dudas en miles de ancianos que visualizaron el pico carroñero de “las gaviotas” en los fondos de sus bolsillos. El disfraz de periodista en la piel de Rubalcaba  sirvió para emerger del silencio de la “caverna” las pretensiones dolosas de su entrevistado. La inconcreción en las respuestas puso en evidencia el filo de la tijera en las telas sensibles de nuestros mayores. Una vez más, el sueño plácido de los abuelos se vio cortocircuitado por las intermitentes idas y venidas de la pregunta sin respuesta de don Alfredo.

Mientras la serpiente deslizaba sus colores hacia la melodía económica de Mariano, la mosca de don Alfredo espantaba al reptil de los tentáculos de la derecha. Las líneas alusivas a los derechos sociales reconocidos en los buenos tiempos de Zapatero sentaron como un jarro de agua fría en el ganador “a priori” de la  Moncloa. Mientras Rajoy confesaba un día antes a Jodi Évole el cambio de nombre al matrimonio homosexual, en el cara a cara con Rubalcaba, calló como una tumba ante el efecto espantada que suponía la respuesta conservadora en los nostálgicos de la izquierda. Probablemente, homosexuales y pro-abortistas sintieron el vuelo molesto de la mosca en el placido sueño de la mañana.

Alfredo perdió el debate como así lo atestiguan los sondeos mediáticos de la izquierda y, como es lógico, el tejido neoliberal de la caverna. Ahora bien, ¿es positivo que Rubalcaba sea etiquetado como perdedor “a priori” de las elecciones? Sí. Gracias al anuncio unánime de la derrota, la serpiente roja ha despertado del encantamiento retórico de la derecha. Por mucho que digan las encuestas, la mosca está  detrás de la oreja.