El análisis en 11 claves realizado por Misión Verdad después de la autodenominada “Toma de Caracas” del 1 de septiembre es una lectura imprescindible para comprender la inefectividad de la movilización opositora de hoy: los altos niveles de inversión política y económica, el gasto monumental de cartuchos narrativos, redundaron en la incapacidad objetiva de conquistar objetivos concretos que permitan mantener a sus bases movilizadas en una agenda común y sobre todo con posibilidades de llevarse a cabo.
Por lo que se pueden resumir los aspectos que involucraron la deficiente jornada del 7 de septiembre en:
1. Poca movilización con respecto a lo que fue proyectado como la continuación de las acciones de calle propuestas el 1 de septiembre. No pudieron sostener ni incrementar su despliegue operativo mostrado hace seis días, lo cual pone en evidencia que la estrategia de descentralizar a lo interno del país las movilizaciones no se tradujo en los resultados esperados de aumentar la afluencia de personas. Las marchas no fueron tan concurridas si las comparamos estado por estado. En estados como Zulia, Barinas, Anzoátegui, Apure y Carabobo la afluencia de personas fue mínima, dejando la “protesta nacional” anunciada por la MUD como simples concentraciones dispersas en algunos estados del país. No hay un objetivo cumplido, ni en lo político ni en lo mediático. Ninguna sede del CNE fue “tomada”.
2. El comportamiento de los dirigentes y sus fisuras internas. Los principales dirigentes de la MUD no hicieron presencia activa en las concentraciones del interior del país. Chúo Torrealba, por su parte, lanzó su proclama en la Plaza Brión de Chacaíto junto a Lilian Tintori (luego de que ella diera su paseo por el CNE en Plaza Caracas), David Smolansky, Patricia de Ceballos y Freddy Guevara, con poca gente alrededor. Por otro lado, dirigentes de UNT (Delsa Solórzano), Miguel Pizarro y otros de Primero Justicia intentaron capitalizar la jornada desde Los Teques, estado Miranda. No hubo una declaración conjunta y unificada en lo político para proveer líneas claras para su próxima fase de movilización, pautada para el 14 de septiembre. Repetimos: Henrique Capriles no hizo presencia en ninguno de los dos eventos más concurridos y Voluntad Popular arrastró a Chúo para hegemonizar la jornada desde la Brión.
3. Fracaso de “la protesta” de 10 minutos. Más allá de la toma a las sedes regionales del CNE y de la “movilización nacional” proyectada por la MUD, fue la publicitada “protesta” de los 10 minutos la que generó mayores expectativas. Esta tampoco logró impactar en la opinión pública ni generar el ánimo suficiente para próximos intentos. Más bien sucedió todo lo contrario: en redes sociales los efectos de esa “protesta” se prestaron para las burlas, lo que le imprime falta de seriedad y credibilidad a lo que ellos mismos promocionaron como un factor sorpresa para el 7 de septiembre.
4. Los medios esconden la mano. Sólo algunos medios digitales (caso Sumarium) exponen en su parilla principal el transcurrir de las concentraciones de la oposición venezolana el día de hoy, replicando notas de prensa elaboradas por medios internacionales como la agencia española EFE. El resto del repertorio de la mediática opositora (caso La Patilla, Caraota Digital, Runrunes, El Nacional, entre otros) no muestran la jornada como algo relevante o significativo que deba ser amplificado, optan por desplazar el curso de los acontecimientos hacia las declaraciones de altos dirigentes de la MUD para evitar hacer referencia a la escasa movilización en el interior del país.
5. Desactivación del golpe. No podríamos hacer este recuento del día 7 de septiembre si no fuera por la desactivación de los planes violentos de la oposición venezolana que hiciera el Gobierno Bolivariano y el aparato de seguridad del Estado. Se aúna lo anunciado por el director del Sebin, Gustavo González López, quien refirió que los planes desestabilizadores del 1 de septiembre se movieron para este 7 de septiembre, con el arsenal de armas, aviones, explosivos y morteros incautado por el operativo comandado por el ministro de Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol. Nuevamente, sin este desmontaje realizado a tiempo del frente armado del golpe, la movilización de la MUD se hubiera visto mediada por la violencia, como se buscaba el mismo 1 de septiembre. Ante esta realidad y al ver que la propagandizada “agenda de lucha” por ahora no puede consagrar objetivos, ponen a la MUD a pisar en un terreno peligroso marcado por síntomas claros de desespero y fisuras internas que se tienden a hacer más evidentes.
La MUD se ve arrinconada por su propia ineficacia política de poder capitalizar el descontento de la población en movilizaciones y actos multitudinarios sostenidos en el tiempo, sea en Caracas o en el interior del país. El 7 de septiembre, al igual que el 1S, no fue el inicio ni el final de nada.
Asimismo, el chavismo ha aprovechado la falta de liderazgo de la MUD para cercarla en su propia agenda -el revocatorio- y neutralizar toda agenda (terrorista y no) que pudiera traducirse en una desestabilización de facto y sistemática para la estabilidad del país.