Frente a la lucha entre concepciones globales antagonistas, también nos hemos encontrado con el homicidio individual y anónimo, por el simple hecho de que matar, sin las limitaciones éticas basadas en normas de convivencia, es sencillo. Un joven de 18 años, recriminado por cometer una infracción al volante, bajó de su coche y, ante la mirada de su acompañante, golpeó y provocó la muerte a un anciano de 81 que se desplazaba con muletas.Tras la fechoría, huyó del lugar dejando a su victima en el suelo. En este caso, la justicia se limitará a divagar si es homicidio o asesinato, y si la muerte la provocó el propio puñetazo o el posterior golpe en el suelo, como si una u otra alternativa cambiarán el desenlace.
La actitud de ambos asesinos -presuntos asesinos en una sintaxis de lo políticamente correcto- ha sido tan diferente como próxima: sesgar vida ajena con posterior huida. Como triste reflexión de este domingo, podríamos preguntarnos ¿cuánto vale la vida humana? ¿Qué pasa por la cabeza de una persona antes de asesinar a sangre fría? alfonsovazquez.com ciberantropólogo