La muerte de cristo

Publicado el 25 marzo 2016 por Veterano
  La noticia de la muerte de mi maestro me sigue impresionando a lo largo de tantos años. Cristo ha muerto. Es un hecho fundamental para nuestra fe. Nos amaste hasta el extremo de dar tu propia vida por nosotros. Nuestra respuesta fue abandonarte. Perdón, Señor, perdón. Te prendieron en el monte de los Olivos, pero no supe defenderte. Cuando, por un instante, pusiste tus ojos en mí, se podía apreciar, en tu mirada, calma y serenidad a pesar de la violencia del momento. En momentos difíciles de mi vida, mi fe se ha quebrado y me he sentido abandonado. Tu misericordia y capacidad de perdón es infinita. Nunca rechazas un corazón arrepentido que quiere recobrar tu confianza. Cuando fuiste llevado de Anás a Caifás, de Herodes a Pilatos, te seguía de lejos. No entendía que no quisieras defenderte. Tu rostro ensangrentado no parecía humano, pero mostraba una extraordinaria dignidad. Nada respondías a las falsas acusaciones que te hacían. Cierto, tu reino no es de este mundo. Tu mensaje de paz, amor, concordia, solidaridad, es incómodo. No sólo para escribas y fariseos que veían en peligro sus privilegios; también para quienes, en la actualidad, te niegan y rechazan tu recuerdo. Tras interrogarlo, Pilatos sabe que le han presentado un hombre inocente, pero es cobarde. Tras mandar azotarlo, un castigo cruel, lo condena a muerte y lo entrega para que lo crucifiquen. 70 metros tiene la Vía Dolorosa, más de 70 pasos bajo el peso del madero. Quisiera yo llevar el peso de tu cruz, pero algo me detiene. Será un cirineo quien, tras caer por tercera vez, te ayude. Llegados al Calvario, te despojan de tus ropas. Oigo el ruido del martillo al golpear el clavo que rasga tu muñeca. Siento el dolor que producen tus heridas cuando el poste penetra en el hoyo y queda de pie la cruz. Colgado del madero, perdonarás a tus verdugos, anunciarás al Buen Ladrón un lugar en el Paraíso y te preocuparás de que nada le falte a tu madre. "En tus manos encomiendo mi espíritu", serán tus últimas palabras en la agonía. ¡CRISTO HA MUERTO!