La muerte de Teresa. Una larga y fecunda agonía

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Daniel de Pablo Marotoocd
Convento de La Santa-Ávila

Un año más, el calendario nos acerca a santa Teresa para conmemorar su muerte en Alba de Tormes (Salamanca) el año 1582. Pero la fecha me recuerda que, varios años antes, vivió ya una muerte lenta, agonía vital, un sentimiento de Teresa que propongo a los lectores. En síntesis, significa que, analizando los cinco últimos años de su vida, admiro cómo un cuerpo tan quebrado por los achaques y las enfermedades tan graves haya sido capaz de ejercer tanta actividad que conocemos por sus propios escritos, especialmente las Fundaciones y las Cartas. ¡Lo considero un milagro permanente! Recuerdo los hechos fundamentales.

1 – La quiebra de la salud de Teresa cinco años antes de la muerte.

Existe en la biografía de Teresa un suceso que podemos considerar como el comienzo de una nueva etapa de su vida; me refiero al desgraciado accidente que sufrió rodando por una escalera del convento de San José de Ávila en las Navidades de 1577. ¡Cosas del demonio!, pudo pensar la accidentada, pero son cosas que suceden como accidentes. Recuerdo este dato porque, en la vida de la madre Teresa, lo considero como el inicio de una “lenta agonía” de su persona, la decadencia de su ya muy maltratado cuerpo; pero el ritmo del trabajo no decayó, sino que fue muy “fecundo”. Al parecer, el daño principal lo sufrió en la muñeca y no hubo rotura del brazo izquierdo.

Otro momento de peligro de muerte de Teresa fue el “catarro universal” del año 1580 y que la Santa lo sufrió al llegar a Valladolid el 8 de agosto, como lo confiesa ella misma: “Llegada a Valladolid diome una enfermedad tan grande que pensaron muriera”, que se manifestó en una “desgana” y falta de fuerzas para hacer nada (Fundaciones, 29, 1). Y así siguieron algunas confesiones de la enferma en sus cartas, como cuando escribe: “Yo nunca he acabado de volver en mí del todo” (Cta. a María de S. José, 27-XII-1580, 1 y 7). El P. Gracián lo confirma diciendo que, desde ese percance, la Madre no volvió a ser ya la misma. Conviene que los lectores retengan en la memoria este cuadro clínico para juzgar lo que afirmo en el título.

2 – Siguen los diagnósticos de su estado de salud y enfermedad.

Recuerdo el diagnóstico de su salud en los últimos meses de su vida realizados por el Dr. Aguiar en Burgos mientras preparaba la fundación. “Y conoció a la dicha Santa […] tan desencuadernada y desencajados los huesos […]. Tantas heridas como se le parecían en el corazón y cabeza y en todas las junturas […] y en el estómago y en todos los miembros de su cuerpo […]”. El texto sigue, rico en informaciones sobre de su salud.

Y, para completar el tema, recojo el último diagnóstico de los médicos especialistas italianos que han reconocido el cuerpo incorrupto de la madre Teresa en su sepulcro de Alba de Tormes (Salamanca) a finales de agosto del 2024. Han descubierto que sufrió las siguientes enfermedades en su cuerpo, al menos en los últimos años de su vida: tenía “una complexión física muy frágil”, “caminaba muy encorvada por padecer una cifosis” con la curvatura del cuerpo hacia adelante y debilidad de los huesos de la columna; como consecuencia, respiraba con dificultad; también “padecía reúma y en la rodilla izquierda artrosis”. Además, sufrió “una fascitis plantar” que “le debía causar mucho dolor el caminar”. A esto hay que añadir que, de la caída por la escalera de San José, le quedó bastante inutilizado el brazo izquierdo con dislocamiento de la muñeca. Al menos se consoló al no estar afectado el derecho y la mano con la que escribía, parte de las Fundaciones y muchas Cartas (cf. Carta de marzo de 1578 a don Luis de Cepeda).

3 – No obstante, desarrolló una actividad desbordante: Agonía fecunda.

Con esa salud tan deficiente, la madre Teresa desarrolló los últimos años de su vida, dos actividades que consumieron su tiempo y sobrecargaron su mente y su cuerpo en una agonía fecunda. Pensemos, en primer lugar, el inmenso trabajo mental y físico de escribir las Cartas, muchas conservadas y otras muchas que se han perdido. Recojo una breve relación de esta tarea añadida a sus otras ocupaciones y preocupaciones. He echado una ojeada al volumen de las escritas en los años 1578-1582, desde el 16 de enero de 1578 hasta el 15-17 de septiembre de 1582, escrita de camino desde Valladolid a Medina, y me da el cálculo siguiente, salvo posible error. En total, son unas 233; de ellas son autógrafas, 103, de las cuales 14 corresponden al año 1582. (Editorial de Espiritualidad, Madrid, 2ª ed., 1984).

Ruego a los lectores que tomen este cómputo como aproximado y que piensen que fueron muchas más las escritas por Teresa porque sabemos que muchas se perdían en los caminos y que, a veces, sobre todo las enviadas a Américas, las escribía repetidas; y que las referencias se hacen sobre las cartas completas y que no se incluyen las que se conservan sólo las firmas, los pequeños fragmentos y anotaciones, etc. A los interesados por el tema, remito al magnífico trabajo de TOMÁS ÁLVAREZ – RAFAEL PASCUAL, Estudios Teresianos, V, Autógrafos de Santa Teresa en Europa y América, Burgos, Monte Carmelo, 2014. En el período aquí analizado, pp. 158-237.  

A este quehacer hay que añadir los trabajos de las fundaciones de Palencia (1580), Soria (1581) y Burgos (1582), una de las más laboriosas. Eran muchas las preocupaciones que las fundaciones llevaban consigo: conseguir las licencias de las autoridades civiles y eclesiásticas, los trámites de las compras de las casas y conseguir los dineros, el cuidado de sus compañeras de caminos, la organización de la vida conventual, etc. Sumando todo ese entramado de negocios descubrimos la grandeza de una Teresa en acción y profundamente contemplativa y nadie sospecharía que su salud era tan deficiente.

Aconsejo leer la historia de las mismas en la redacción de Teresa en su obra Las Fundaciones sabiendo que las últimas las ha escrito dentro de ese cuadro clínico descrito al concluir cada una de ellas. Seguramente, el lector no descubrirá su calamitoso estado de salud, sino más bien, una escritora llena de vida, hasta de buen humor, con la mente clara, descubriendo muchos detalles, a veces dolorosos, pero descritos hasta con un cierto humor. Sobre todo, cuando describe el estado atmosférico, los caminos intransitables y perdidos, con peligro de muerte, el dibujo de ciertos personajes, el manejo de la economía, las relaciones con las autoridades civiles y eclesiásticas, etc. Conociendo el estado calamitoso de su cuerpo y el estado de los caminos y el tiempo atmosférico pueden concluir que se trata de una psicología, una fuerza de voluntad tan poderosa que roza lo milagroso, ciertamente lo humano normal.

Lector amable. Te he presentado a una Teresa aparentemente llena de vigor físico y mental; pero la realidad era otra, como lo indican los análisis de su salud ya descritos. A este trabajo de escritora y fundadora habría que añadir los problemas de su Reforma del Carmelo, la rama femenina y masculina, en la que también intervenía si la dejaban; las relaciones con sus amistades, femeninas y masculinas, el sueño de las nuevas fundaciones, especialmente la de Madrid. etc. Se puede decir que la madre Teresa terminó su vida soñando en un futuro luminoso y posible sin darse cuenta, hasta última hora, de que se estaba muriendo. ¡Felices nosotros que la recuperamos en el recuerdo!