Si ha habido una muestra este año que podamos calificar como la "exposición del verano" esa ha sido la de Antonio López en el Museo Thyssen-Bornemisza. Colas interminables, días en los que las entradas estaban ya agotadísimas desde primeras horas de la mañana, cita previa por internet... Personalmente, nunca había visto tanta locura con una exposición. En mi caso, tuve la suerte de poder ir un día entre semana a primera hora durante este verano, así que fue llegar y entrar, aunque, eso sí, estaba igualmente lleno a pesar de todo. Este domingo 25 de septiembre es la última oportunidad para poder verla, pero si no tenéis entradas es demasiado tarde, y es que en la página web del museo se alerta de que ya no quedan tickets hasta el final de la exposición. Sin embargo, a partir del 10 de octubre y hasta el 22 de enero, podrá verse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, así que los afortunados que viváis o podáis visitar la ciudad esos días, tened en cuenta la cita.
En mi caso no soy muy seguidora del pintor, fui más bien por acompañar a mi chico al que sí que le apetecía mucho verla, y he de decir que, aunque Antonio López va a seguir sin estar entre mis pintores favoritos por ser tan realista, me sorprendió para bien y vi muchas cosas interesantes.
Quizá lo más conocido de su obra sean sus grandes panorámicas de Madrid, pintadas minuciosamente y al detalle con un grado de perfeccionismo increíble, ya que el pintor trabaja sobre el terreno en unas condiciones concretas. Así, cuando la luz cambia, López deja la obra hasta el año siguiente, para volver en esa misma hora y momento para seguir con su trabajo. Es por ello que algunas de sus obras le ha costado años terminarlas.
Sin embargo, fue la segunda parte de la exposición la que más captó mi atención, y es que me cautivaron sus primeras obras inmersas en el realismo mágico y la evolución tan grande que ha experimentado su obra a lo largo de los años. Cuando un artista evoluciona no me importa cuál sea su estilo pictórico, esa misma evolución ya tiene un gran valor en sí misma.
Muchas de las obras de la exposición pertenecen a colecciones privadas, algunas incluso son del propio Antonio López, obras inéditas que no se habían expuesto hasta el momento, e incluso otras que están aún sin acabar. También hay préstamos de museos como el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el Bellas Artes de Bilbao, el Centre Georges Pompidou de París, el Hamburger Kunsthalle de Hamburgo o el Museum of Fine Arts de Boston. Al final de la exposición podemos ver un vídeo muy interesante en el que el propio artista nos explica su proceso creativo, lo que nos ayuda a entender mejor su obra.
Espero que os haya gustado la muestra y que los que podáis os animéis a ir a verla a Bilbao. Por mi parte, me voy en unas horas a Valencia, esta vez a una boda, así que veré vuestros comentarios y lo que os ha parecido la muestra a la vuelta. Espero que tengáis todos un feliz fin de semana.