La propuesta no es original (es muy díficil serlo a estas alturas), sin embargo, la película rezuma ese ambiente de cine de terror clásico que tan buenos momentos nos ha hecho pasar.
El film no nos infundirá terror, si acaso nos inquietará en algún momento dado con alguna que otra imagen perturbadora de las que apelan a los miedos más profundos que habitan en nuestro subconsciente. Sin embargo, aunque sea tirando de recursos fáciles y típicos de este género de cine tales como subidas bestiales del volumen o un flash de alguna imagen horripilante durante una fracción de segundo, algún salto en el asiento sí que puedo garantizaros. Al menos consigue eso.
Lo que más destaca en la película es su genial apartado técnico, con una muy buena fotografía y una dirección artística y musical que consiguen envolver al espectador en el ambiente tétrico y lúgubre que rodea a los personajes. Personajes interpretados bastante aceptablemente todos ellos aunque, por desgracia para Daniel Radcliffe, la sombra de Harry Potter es alargada y todavía es difícil separar al actor del personaje al que ha estado interpretando durante tantos años. En esa escena inicial del viaje en tren estaba esperando a que, de un momento a otro, un Dementor asomara la cabeza por la ventanilla. Aún así no está mal del todo y resulta convincente en la mayor parte de la película.
En el apartado negativo, el tempo narrativo es demasiado pausado, especialmente en la primera hora en la que todo sucede a un ritmo muy lento y puede llegar a aburrir al espectador menos paciente. Tampoco me convenció excesivamente el desenlace de la historia, aunque ya sabemos que es muy difícil darle buenos cierres a este tipo de historias. Sobre todo si pretendes dejar abierta la posibilidad de, si la cosa funciona, poder regresar con una secuela.
Lo mejor: La ambientación general, fotografía, escenarios y música.
Lo peor: Tarda bastante en entrar en materia y puede resultar aburrida al principio. Es difícil ver y escuchar a Radcliffe y no recordar a Harry Potter.
Nota: 6/10