"La mujer de papel" de Rabih Alameddine. "Léxico familiar" de Natalia Ginzburg. (A pares III)

Publicado el 02 octubre 2019 por Juancarlos53
Finalizado el verano con su calma y sus lecturas variopintas y más o menos desenfadadas, cumple también cerrar por esta temporada la sección “A pares”. El cierre en esta ocasión lo hago con dos buenas novelas de calado importante que se leen con agrado pese a la dureza que tienen algunos de los asuntos que en ellas se tratan. Son “Léxico familiar” de Natalia Ginzburg y “La mujer de papel” de Rabih Alameddine, dos títulos con los que la Tertulia “más que palabras…” abría su curso lector el pasado 24 de septiembre.[Por otra parte decir simplemente que a partir de este “A pares III” los “A pares” que estén por venir no irán encabezados por esta expresión dado que los buscadores ‘se pierden’ ante ella]

"La mujer de papel" de Rabih Alameddine 

Sinopsis (proporcionada por la propia editorial) «Podríamos decir que cuando me teñí el pelo de azul estaba pensando en otras cosas, y dos copas de vino tinto no mejoraban mi concentración. Me explicaré...»Aquí está Aaliya, una mujer de unos setenta años, cómodamente sentada en un viejo sillón de su apartamento en Beirut, con una taza de té en las manos y muchas ganas de hablar. La señora nos cuenta su vida, pero qué vida... Huérfana de padre, repudiada por un marido al que nunca quiso, Aaliya ha dedicado sus mejores años a leer libros y a traducirlos, mientras en la calle caían las bombas y retumbaban los ecos de una guerra que la obligó a dormir con un rifle al lado de la cama y a ofrecer su cuerpo a cambio de una ducha caliente.Somos lo que leemos, dijo un sabio, y Aaliya es eso: una mujer extravagante y entrañable, rodeada de papeles, que se resguarda de los malos recuerdos a la sombra de la buena literatura, buscando en los libros ese amor que nadie le dio.Entrar en casa de Aaliya es estar ahí con ella y sus vecinos, compartir sus charlas, sus risas, su miedo y su valor, es una experiencia inolvidable que muestra una vez más el talento de Rabih Alameddine y nos seduce con el poder de las buenas historias.
Una novela, publicada por Lumen en 2012, escrita por Rabih Alameddine, autor de "El contador de historias" (Lumen, 2010) que fue un auténtico best seller en su momento, que obtuvo el Premio Fémina 2016.
Mi comentario

Estamos ante una mujer de setenta y dos años, Aaliya, cuya vida ha sido zarandeada, igual que la ciudad donde nació Beirut, por el capricho de otros quienes dada su condición de mujer dispusieron alegremente de ella. Casi todo en ella han sido desgracias o al menos poca satisfacción personal le ha sido proporcionada: una familia que la aparta y minusvalora al ser la hija del primer matrimonio de su madre la cual, al morir su marido cuando Aaliya sólo tiene dos años, siguiendo la tradición se casará con el hermano del fallecido; de manera que Aaliya pasa a tener un tío-padre y varios hermanastros que apenas si la tienen en cuenta. Pronto deciden quitársela de en medio y a sus 16 años, a pesar de lo mucho que a ella le gustaba aprender en la escuela, la dan en matrimonio a un hombre de su edad pero incapaz de satisfacerla y que al no tener hijos decide divorciarse de ella. En este momento con sólo veinte años Aaliya deberá espabilar y buscarse la vida. La encuentra en la Literatura que la llenará plenamente: trabajará en una librería beirutí, leerá como una descosida y por si esto fuera poco llenará su ocio vertiendo al árabe obras escritas en lenguas que no fueran el inglés o el francés aunque siempre ella las traduzca partiendo de versiones inglesas o francesas.
La novela es un homenaje a la Literatura. Los nombres de muchos grandes escritores (Flaubert, Marguerite Yourcenar, Roberto Bolaño, Kafka, Dostoievsky, Tolstoi, Sebald, Virginia Woolf, Danilo Kis, Cortázar, Javier Marías...), varios títulos de sus obras y frases tomadas de las mismas llenan las evocaciones de esta mujer que el día de fin de año acaba de teñirse involuntariamente su pelo canoso de azul y mientras toma unas copas de vino en celebración de la fecha piensa en que el día siguiente debería, según su costumbre desde hace 50 años, comenzar una nueva traducción. Mientras esto sucede por su cabeza pasan recuerdos próximos y lejanos de esos setenta años. Tan sólo hay un momento en que Aaliya sale de la casa para visitar a su anciana madre con la que su relación siempre ha sido algo tensa. Esta incursión en el tiempo real se ve acompañada de otra en la que la vemos en diálogo con las que ella amistosamente denomina "las brujas": Fadia, su casera; Marie-Thérèse, profesora de biblioteconomía en la Universidad; y Joumana, también profesora en la Universidad americana Las tres la ayudan en todo a pesar de lo rara que les parece.

(https://www.bbc.co.uk/programmes/b0536938)

La novela está plagada de citas literarias, de versos que Aaliya utiliza para explicarse a sí misma. Pero no sólo es la literatura, también la música clásica de compositores universalmente conocidos e incluso, aunque muchas menos, alusiones al mundo de la pintura, conforman la obra que es en sí misma un compendio de cultura. Una cultura que en la mayoría de los casos está al alcance de los lectores, si bien hay momentos en que -al menos a mí así me ha sucedido- localizar a ese o a aquel autor en concreto no es cosa sencilla.
Los temas tratados en el relato son muy variados: el fundamental es el de la dignidad de la mujer que Aaliya representa en un medio que no es precisamente favorecedor para ello. Luego me parece esencial la historia reciente del Líbano con toda la serie de guerras que israelíes y palestinos han sostenido en su territorio; y dentro de este asunto la capacidad de recuperación y de adaptación al conflicto de los libaneses. Naturalmente es importante el tema de la amistad sin búsqueda de recompensa alguna que sostienen las mujeres que habitan el edificio; y también se plantea en el escrito la difícil asunción de las obligaciones de los hijos respecto a sus mayores... Personalmente también me parece muy interesante la cuestión de si cualquier trabajo precisa, para serlo en verdad, ser remunerado debidamente.

"Léxico familiar"de Natalia Ginzburg 

Sinopsis(proporcionada por la propia editorial)Léxico familiar habla de los Levi, una familia judía y antifascista que vivió en Turín desde 1930 hasta 1950. Natalia era una de las hijas del profesor Levi y fue testigo privilegiado de los momentos íntimos de la familia y de su manera de expresar el afecto que los unía. A través de este léxico tan peculiar vamos conociendo al padre y a la madre de Natalia, a sus hermanos, a su primer esposo, a políticos de gran valía y a muchos de los intelectuales que animaban las tertulias en estas décadas tan importantes del siglo XX. Así es como la historia de la Italia antifascista se pasea en bata por las páginas de un libro fascinante, falsamente simple, donde las anécdotas cotidianas se mezclan sin pudor con reflexiones de mucho calado y donde el talento de Natalia Ginzburg llega a su expresión más libre.
Publicada por vez primera en 1963, la editorial Lumen la reeditó en papel y e-book en 2016.
Comentario
Para la reseña de esta buena novela os remito a la página de la tertulia "más que palabras..." en la que participo. Al no haber podido asistir a la misma, en esta ocasión ha sido mi compañera y amiga Cecilia la encargada de realizar la Crónica de la reunión en la que realizaron el comentario de esta magnífica obra [leer la reseña aquí]. Poco podría yo añadir a lo que los contertulios opinaron sobre la obra de Natalia Ginzburg, a lo más insistir en que personalmente me ha encantado la naturalidad, la sencillez, con la que la vida de la familia Levi-Linzo discurre en unos años tan difíciles y convulsos como son los que van de la década de los 20 hasta los inicios de los años 60 del siglo pasado en que concluye esta obra autobiográfica. 

(foto propiedad de Agencia Efe)

También quisiera destacar el magnífico prólogo que hace a la novela la joven poeta cordobesa Elena Medel. Sólo destacaré una frase de su bello prólogo que creo resume completamente el sentido que a cualquier lector le queda tras la lectura de esta obra autobiográfica. Es cuando Elena Medel echa mano del inicio de la obraen la que la escritora declara: "Me llamo Natalia Ginzburg: soy aquellos que fueron antes de mí", auténtica asunción de lo que uno es, y la prologuista, tras decir que evidentemente ella no es Natalia Ginzburg, finaliza su magnífico comentario sobre la novela diciendo: 
"No soy ella, pero aquí -en esta lectura, en este libro-, por arte de la literatura, me siento Natalia Ginzburg, quizá porque haya dicho algo de mí que yo sospechaba, y espero que, al cerrar la última página de "Léxico familiar", todos sus lectores nos reconozcamos en ella
En mi caso puedo decir que sí, que así en mí ha sido, que Elena Medel ha dado en el clavo con absoluta clarividencia, que este libro no deja para nada a nadie -pienso yo- indiferente. Y lo que es más importante, que es una lectura deliciosa, una auténtica gozada, un disfrute inmenso.