La mujer de sombra, por Luisgé Martín

Publicado el 19 enero 2014 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Editorial Anagrama. 228 páginas. 1ª edición de 2012.
Leí buenas críticas en internet de esta novela de Luisgé Martín (Madrid, 1962). Sobre todo recuerdo la de El Lector Malherido, que señalaba a La mujer de sombra como una de las mejores novelas españolas que se publicaron en 2012. También mi amigo Federico Guzmán se mostró bastante entusiasmado tras su lectura; así que al verla en febrero de 2013 en la Cuesta de Moyano, a la mitad del que debía ser su precio de librería, decidí comprarla. No la he leído hasta el último diciembre, y he decidido comenzar el 2014 con el propósito de no sucumbir a estas comprar impulsivas. Si compro algún libro lo hago para leerlo de forma inmediata, no para acumularlo (a ver cuánto dura mi propósito).
La novela de Luisgé Martín explora los recovecos del sexo y de la identidad; y aunque según el anunciado anterior puede parecer que hablamos de dos ideas, en realidad se trata de una sola: la novela de Luisgé Martín explora cómo nuestra identidad está ligada a nuestra forma de entender el sexo. El protagonista principal, Eusebio, se enamora de la que ha sido la amante de su amigo Guillermo. Ella (Julia o Marcia: casi todos los personajes de este libro tienen dos nombres, lo que simboliza la dicotomía entre la vida que los demás saben de ellos y su vida más íntima) desconoce que Eusebio es (o fue, más bien) amigo de Guillermo y que éste le ha hablado a Eusebio de la relación sadomasoquista que ha mantenido con Marcia. Julia, para Eusebio, se comporta de una forma totalmente diferente a como supone Eusebio que lo hacía con su amigo. Con Guillermo, la actual pareja de Eusebio era Marcia, una mujer interesada en el sexo sadomasoquista, y con Eusebio la misma mujer es Julia, una agradable mujer que parece amarle de una forma convencional.
La vida de Eusebio empezará a desmoronarse al no poder comprender qué parte de Marcia aún esconde Julia. “La verdadera sustancia de la vida es la superficie, su apariencia”, se afirma en la página 164; pero dos páginas después nos encontramos con esta afirmación que contradice a la anterior: “La médula de la vida no es su superficie o su apariencia. La médula de la vida sólo puede hallarse en sus arcanos, en lo oscuro, en lo que nadie ve nunca: la pureza”. ¿Dónde se encuentra la esencia de la vida, la esencia de los otros, parece preguntarse Eusebio, en lo que conocen de ellos, en lo que muestran al mundo o en lo que ocultan, en lo que está ahí, en su inconsciente, pero que rara vez dejan que los demás puedan verlo? Y la pregunta anterior supone la tesis argumental de Luisgé Martín a la hora de escribir La mujer de sombra, una novela esencialmente de ideas. En su búsqueda de la esencia de las personas, en la esencia de las pulsiones sexuales que conforman a las personas, o en su búsqueda de Marcia, Eusebio va a indagar en los más oscuros recovecos de internet. Allí, en foros de intercambio sexual, se va a encontrar con multitud de perversiones: mujeres que mantienen relaciones sexuales con animales, jóvenes que empezaron en la prostitución empujados por sus padres, padres que mantienen relaciones sexuales con sus hijos menores... “La maravilla surge de la amalgama, de la mezcla de las dos sustancias. Marcia y Julia. La misma mujer. Ésa es la verdadera fascinación, el deslumbramiento: saber cómo se comportan a la luz del día los seres aberrantes, cómo se disfrazan. Ver la bondad de los vampiros y la ternura de los monstruos”, leemos en la página 173.
Eusebio va a arrastrarnos a un viaje al fondo de la conciencia al ir aumentando su interés por la vida cotidiana de los monstruos que conoce a través de internet, mientras trata de desentrañar el misterio de la mujer con la que convive, aunque él quiere averiguar quién es ella sin enfrentar nunca directamente a Julia a lo que él sabe: él quiere descubrirla sin que sepa que es él quien la descubre.
La prosa de La mujer de sombra es certera y contenida. Los temas de los que trata, de tan incómodos, son profundamente literarios; existencialistas, incluso: ¿son realmente los otros el infierno como afirmaba Jean Paul Sartre?
En todo caso, hay un tema de esta novela sobre el que me gustaría hablar: aunque la he leído con interés, y la búsqueda metafísica de la mujer con la que duerme el protagonista me parece de un planteamiento acertado, así como su búsqueda de la ternura de los monstruos, en algún momento me estaba pareciendo leer una novela de ciencia ficción distópica: en el Madrid de Luisgé Martín, que ha de ser un Madrid del periodo comprendido entre 2008-2012 (si tenemos en cuenta que la novela se publicó en 2012 y que probablemente su autor no tenga muchos problemas para publicar, estará escrita uno o dos años antes de ser publicada), nunca parece que haya existido (o esté existiendo) una crisis económica. Eusebio es huérfano y ha heredado una gran fortuna de sus padres, lo que le permite trabajar sólo si le apetece: así, trabaja en una revista como crítico de cine, o después haciendo fotos comerciales... Y lo deja cuando le viene en gana, puede cambiar de sector laboral casi a su antojo. En sus trabajos no parece tener que competir contra jóvenes con dos títulos universitarios y un máster, y dispuestos a trabajar por un sueldo mensual cercano a los cero euros, como ocurre en el Madrid que yo conozco. Cuando Eusebio deja un trabajo suele emprender un viaje a algún lugar recóndito: Bangkok o el Tíbet; y la descripción de estos lugares me acercaba tanto a ellos como las descripciones de las calles de Madrid. La mujer de sombra parece ser una novela que transcurre en la mente del escritor y se dibuja así en la mente del lector, desubicada casi de elementos reales. Posiblemente la aspiración de Luisgé Martín no sea la de alcanzar la verosimilitud narrativa, ni pretenda en ningún caso imitar a la vida ni realizar un cuadro costumbrista. Pero estos detalles, que en la mayoría de los casos detecto más en el cine que en la literatura, contribuyen a que pierda interés en la lectura o en el visionado de la película. Es como si el escritor o el director trabajara con una idea en mente (que en La mujer de sombra sería analizar qué parte de nosotros es más real, la que mostramos a los demás o la que no) y para mostrarla se olvidara de la realidad; o pensara que la realidad no debería ser un obstáculo en su búsqueda de la verdad esencial.
Así que La mujer de sombra me ha parecido una buena novela, con un planteamiento transgresor e interesante, pero en algún momento he encontrado que la fuerza de la búsqueda metafísica que plantea lleva al autor a olvidar los parámetros de lo real sobre los que debería estar construida su historia, acercándose a unos personajes más empeñados en representar una idea que a una persona con sus decepciones, sus cansancios, sus heridas, sus miserias cotidianas...