"Principios de septiembre. Jodi Brett está en la cocina preparando la cena. Gracias a la planta abierta del piso y a las ventanas del salón orientadas al este, tiene una vista panorámica del paisaje del lago y del cielo, de un azul casi uniforme a la luz del ocaso. El horizonte, una línea finamente trazada de azul más oscuro, parece al alcance de la mano. Ese arco delimitador hace que se sienta arropada."
Si os digo la verdad, lo que me llamó la atención de este libro es que insinuaba que la "mala" era una mujer, una esposa. Algo tan cotidiano como un matrimonio. Por eso me lo llevé a casa y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La mujer de un solo hombre.
Conocemos a Jodi y Todd, una pareja que, pese a no haberse casado, llevan juntos más de veinte años. Han conseguido acomodarse a una vida en la que el constructor mantiene devaneos ocasionales con otras mujeres y Jodi los ignora en un mundo de apariencias dominado por las pequeñas perfecciones y la pulcritud. Sin embargo, él comienza una relación con una estudiante que cambia toda su vida, rompiendo la armonía familiar que disfrutaba hasta ese momento.
Con una estructura marcada por un narrador onmisciente y capítulos que se alternan hablando de Jodi y de Todd, esta novela que puede recordar en un primer momento por su estructura a Perdida, poco o nada tiene que ver más allá de eso con el éxito de ventas mencionado.
Desde las primeras páginas nos avisan, Jodi se va a convertir en una asesina. Sin embargo eso no significa que Harrison se de prisa en desvelar la historia, es más, irá desgranando con calma lo que sucede, marcando con cuidado el perfil de sus personajes en lo que se convertirá una espera tensa. Ni Jodi ni Todd son personas que hayan tenido una vida sencilla, los vamos conociendo, su infancia, sus vidas adultas y sus peculiaridades. Poco a poco entramos en sus vidas y en su cabeza, en ese piso tan pulcro y ordenado y en esa forma de pensar que lleva a la pareja a convivir bajo una dura coraza de apariencias que se va erosionando. Y nos creemos la historia. Harrison no busca sorprendernos ni complicarnos la existencia lectora pidiendo que hagamos actos de fe, sino que asienta su novela en un terreno sólido y real. Cada capítulo es una pieza más del puzzle de dos vidas que vamos sellando mientras observamos. Y rodeados de ese tipo de tranquilidad que precede a las catástrofes, asistimos al proceso de desgaste que sufren, hasta que nos vemos sorprendidos al entrar en una guarida donde antes era un bello piso: la prosa ha cambiado para dejar salir al monstruo que llevan dentro sus personajes. Y la historia se precipita en lo que realmente nos habían prometido sin por ello cambiar el estilo que ha marcado la novela hasta ese instante.
Estamos acostumbrados a novelas negras que abusan del término trepidante, de enganchar al lector y de giros a veces imposibles que nos dejen con la boca abierta. Harrison no es así, ni busca tampoco eso. Harrison es meticulosa y ordenada, disfruta del camino y nos hace disfrutar de él. Consigue que nos interese cada punto y que nos sintamos como un observador privilegiado que mira con lupa ese proceso de destrucción grieta a grieta. Jodi resulta terriblemente atractiva, ese revestimiento de diplomacia nos intriga y somos incapaces de apartar la vista de una historia de suspense marcada por una atmósfera tensa que se disfruta desde las primeras páginas.
La mujer de un solo hombre es una novela francamente entretenida que lleva al lector página tras página por una vida que, estamos seguros, puede ser la de cualquiera. Incluso la de nuestros vecinos de arriba.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias