La mujer del reloj. Alvaro Arbina

Publicado el 19 febrero 2016 por Carmina
Comencé a ver esta novela antes de su publicación en twitter, enseguida supe que más pronto que tarde me sumergiría en sus líneas, tenía todo lo que me gustaba en una novela, parecía atrapar y un personaje femenino sonaba con fuerza. Sin pretenderlo llegó a mí antes de su publicación, pero mucho más tarde que a mis compañeros, y con el tiempo del que una dispone me era imposible, si quería disfrutarla, leerla y reseñarla antes de su publicación el 27 de enero.
A pesar de ser una novela de largo recorrido que ha durado en mis manos sus largos quince días, reconozco que ha ocupado cada segundo de mi tiempo libre, y de aquellos en que estaba ocupada, porque Julián, Clara, y algún personaje más me tenía completamente intrigada. Pero lo que más he disfrutado ha sido el cruce de comentarios con el autor por twitter, un joven que me alentaba a leer para descubrir aquello que me preocupaba, y no eran pocas cosas, porque me daba la sensación de que al pobre Julián solo le pasaban cosas malas, que desde la muerte de su padre no había lugar para la alegría en su vida.
Nos encontramos ante una opera prima que ha dejado el listón muy alto, con una ambientación muy lograda, unos personajes muy bien dibujados y un trabajo de documentación muy bien dosificado que ha mantenido la intriga en todo momento a través de un personaje que entra en escena y sale con una facilidad pasmosa y que el autor esconde su identidad hasta el desenlace de la novela.
El autor:
Álvaro Arbina es un arquitecto nacido en Vitoria-Gasteiz, Álava hace 24 años. Actualmente colabora con una empresa de arquitectura y diseño. La mujer del reloj es su primera novela, y augura una carrera plagada de éxitos.
Sinopsis:
La mujer del reloj, una novela de carácter histórico, a caballo entre el thriller y el género policíaco, transcurre a lo largo de los cinco años que duró la guerra de la Independencia (1808-1813).
Describe la aventura que vivirá Julián de Aldecoa Giesler, un joven de dieciséis años que emprende un largo viaje por el país en guerra tras el rastro de su padre, quien, asesinado en extrañas circunstancias, no puede contarle el codiciado secreto que desde hace años protege su familia. Tales circunstancias atraerán al frío y calculador general francés Louis Le Duc, un hombre que esconde un terrible pasado lleno de odio y venganza. Empujado por su locura personal, perseguirá sin descanso al joven Julián. Este tratará de luchar contra las fuerzas que le amenazan en un intento por reemprender el camino hacia sus verdaderos sueños, los sueños de su padre.
«Déjese llevar y no se arrepentirá. Los protagonistas de este relato tan bien narrado le escoltarán en un largo e inolvidable viaje; asistirá al período turbulento de las discusiones en una Cádiz sitiada y verá con sus ojos la retirada definitiva de las derrotadas tropas de Napoleón tras los ataques de la guerrilla. No es solo una novela histórica al uso; es, al mismo tiempo, un verdadero thriller, trabado con maestría, en el que los protagonistas le enfrentarán con situaciones inesperadas. Todo pudo haber ocurrido. ¿Ocurrió? Es parte de nuestra propia historia.»
Pello Salaburu, catedrático y ex rector de la Universidad del País Vasco
Mis impresiones:
La guerra de la Independencia es un periodo que no tengo muy trillado en literatura, me atrevería a decir que es la primera novela que leo, aunque puede que haya leído alguna que haya olvidado tan rápido como la he terminado, sin embargo, pienso que la mujer del reloj permanecerá mucho tiempo en mi memoria, por muchos motivos.
Nos encontramos ante una novela extensa de casi setecientas páginas dividida  en cuatro partes, "Tierras del norte", "Dos ciudades. Dos mundos", "La isla de Cabrera" y "La orden de los Dos Caminos", en ella se agrupan los acontecimientos que se van sucediendo de 1808 a 1813. A su vez cada parte esta dividida en capítulos de extensión variable, que suman en total 58, completan la novela el prólogo y un epílogo en el que el autor nos resume que personajes son reales y cuales fruto de su imaginación y que sucesos ha ficcionado y cuales ha respetado. De gran utilidad son también los mapas que al principio y al final de la novela nos sitúan en la España de 1800 tan distinta de la que hoy conocemos.
A pesar de su juventud Alvaro Arbina hace gala de una prosa clara, sencilla, sin florituras y a la vez envolvente, una prosa que atrapa al lector y lo va guiando a través de sus páginas con un ritmo a veces rápido y otras más reposado pero sin perder fuelle en ningún momento, sin duda toda una proeza para una primera novela, dada la inexperiencia del autor. Para ello se vale de un narrador omnisciente en tercera persona, que le permite situarse en los diferentes escenarios, y acercarse a los distintos personajes y que el el lector pueda aprehenderlos con toda su riqueza, sin sesgos.
Sin embargo el principal éxito de esta novela se encuentra en su personajes, en el trazo que hace  de todos y cada uno de ellos, en la riqueza de matices que les otorga, capaces ya no solo de que podamos entrever su aspecto físico, si no en ocasiones su alma y su compleja psicología. Creo que el personaje en el que más mimo pone el autor es en Julián de Aldecoa Giesler, para mi el verdadero protagonista de esta novela, un muchacho joven, maduro, trabajador, capaz de dar lo mejor de si mismo, pero también de cometer errores, algunos tan grandes que dan verosimilitud a lo narrado. Puede que sea el personaje que más matices destile y el que más evoluciona durante los cinco años que narra el libro.
Julián es un chico sencillo que cultiva la tierra, y respeta a su padre, cuando este muere en extrañas circunstancias su mundo se derrumba, pierde un poco el norte, sobre todo al serle arrebatadas las tierras donde ha vivido siempre, la búsqueda de respuestas le obliga a dejar su aldea, e incluso su tierra, en ese camino le acompaña su tío, Roman Giesler, del que no conocía su existencia.
Román Giesler es un hombre rudo, misterioso, de pocas palabras, al que le costara adaptarse a su sobrino, ambos tienen heridas que restañar, pero además Roman tiene secretos que guardar y desvelar a su debido tiempo. Aún así comienza a entrenar al muchacho, ante sí tienen una misión nada sencilla, ambos buscan respuestas. La tenacidad de Julián hará que poco a poco sea capaz de abrirle el corazón.
Sin tanto peso, pero igualmente entrañable, Pascual, ese aldeano tan pobre que necesita trabajar la tierra comunal para sobrevivir, es quién apoya a Julián cuando pierde a su padre, quién intenta guiarlo, y estar a su lado. Es un personaje con muchos menos matices, quizá incluso menos trabajado aún así el lector puede componer su propia visión.
Si se puede hablar de claro oscuros, esos serían los personajes amables, los que habitarían el lado luminoso, en el lado oscuro encontraríamos a Louis Le Duc, quizás el personaje más complejo de esta novela, con un oscuro pasado y un nada claro presente Louis es un enigma incluso para la gente que está codo a codo con él. Cruel, ruin, insensible, no despertará demasiadas simpatías, ni siquiera cuando conozcamos el trágico pasado que lleva a sus espaldas y que explican el personaje en el que se ha convertido. El trabajo de caracterización que hay tras este personaje es inmenso, la línea que separa la locura de la cordura es tan fina que cuesta entender si es un loco o un cuerdo. Todo en su actuación tiene un porque y el autor va dosificando la información con maestría.
En ese lado también encontramos a Croix, un esbirro de Le Duc, un personaje que da grima, que repele cada vez que aparece en escena, cruel y de una maldad rayana la insalubridad, el odio que le profesa a Julián es inmenso y protagonizarán más de un enfrentamiento.
Marcel, al húsar me cuesta ponerlo en la zona oscura, si bien por estar a las ordenes de le Duc es el lugar que le corresponde no es menos cierto que no está de acuerdo con la forma de actuar de su superior y mucho menos con la de su compañero de correrías. Demuestra su humanidad cada vez que se le enfrenta a las miserias humanas.
A pesar del título, pocas son las mujeres que tienen peso en esta historia, la principal de ellas Clara Diaz de Heredia, una joven nacida en una familia pudiente, adinerada que hace gala de una sencillez y humildad anormal en su clase. Desde pequeña ha envidiado la libertad de la gente de campo, la alegría que imperaba en sus hogares. Clara sufre con la pobreza que ve en las calles día a día, quisiera hacer algo para paliar la situación, sin embargo, actúa como se espera de ella, como una dama, negando sus sentimientos y enterrando su felicidad. En ocasiones un tanto contradictoria, la educación que ha recibido se impone muchas veces sobre el sentido común y sus sentimientos. A pesar de todo es una mujer que sabe cambiar su destino, que sabe luchar por lo que desea y que se ganará desde el minuto cero el cariño de los lectores.
Teresa, es la mujer de Pascual, como su marido es un personaje secundario y sin embargo emana fuerza, es una mujer de campo, acostumbrada a sufrir, a pasar hambre, a trabajar de sol a sol, la vida se les pone cuesta arriba cuando pierden la tierra comunal que trabajan, y les obliga a asentarse en casa de los padres con la pequeña Miriam, que a pesar de su delgadez, y de sus carencias parece una niña feliz.
El otro punto fuerte de esta novela es la ambientación tan cuidada y mimada como los personajes, el autor pone verdadero énfasis en las recreaciones, en las descripciones exhaustivas, pero  para nada pesadas, que no llegan a ralentizar y que permite al lector pasear por los lugares en los que transcurre la acción. Es posible intuir un gran trabajo de documentación e investigación que no llega a aburrir ni a saturar al lector, porque Álvaro ha sabido dosificarlo e introducirlo de forma didáctica y amena.
Como decía al principio la historia está dividida en cuatro grandes partes, y cada una de ellas transcurre en un enclave distinto, comienza en Vitoria, una ciudad a la que empiezan a llegar las tropas francesas para conquistar Portugal, sin embargo la población no percibe que estén de paso, más parece que pretenden asentarse y hacerse los dueños de una ciudad que para ellos es estratégica. Arbina hace hincapié en las diferencias entre las distintas clases sociales, mientras las clases adineradas siguen viviendo de fiesta en fiesta, de banquete en banquete, en la calle la gente se muere de hambre, la comida cuesta demasiado dinero, y la miseria pasa a ser un habitante más de la ciudad.
Ese es el caldo de cultivo para que muchos viendo peligrar el estatus del que disfrutan se conviertan en afrancesados, se acerquen al poderoso en busca de prebendas, otros se ven obligados porque sus finanzas no son demasiado boyantes. Me ha gustado la forma en que el autor nos ha mostrado la vida en la aldea en contraposición con la de la ciudad, la forma de trabajar el campo, de almacenar el grano para el invierno, también la forma de retratar los desmanes cometidos por las tropas francesas, tanto con los habitantes de la ciudad como en las aldeas, al cada día requisar más grano y comida para mantenerse ellos a riesgo de que quien había trabajado la tierra pudiera morir de hambre. Queda patente como Vitoria y sus alrededores viven un antes y un después de la llegada de las tropas francesas a su territorio.
El segundo enclave es Cádiz, en su viaje a la ciudad luminosa cruzan media España y son testigos de la pobreza y del odio que los españoles van almacenando en su interior, somos testigos de la creación de guerrillas, de su forma de actuar, en ocasiones como si fueran animales. En contraste con lo vivido en Vitoria y en el camino, Cádiz se presenta como un remanso de paz, totalmente ajena a lo que se está viviendo fuera de sus murallas, a pesar de estar constantemente asediada por los franceses su situación privilegiada la convierte en una ciudad abierta al comercio, al mar y a las ideas liberales, allí se engendra una nueva constitución que prepara una monarquía constitucional a la vuelta de Fernando el Deseado. La alegría desborda las calles de la tacita de plata, y también la abundancia, no se ven tantos pobres de solemnidad, las calles no son tan sucias y malolientes como en el norte. Pero la tranquilidad no le dura mucho a los Giesler, que conforme van averiguando cosas ensillan sus caballos y se ponen en marcha.
De Cádiz a Madrid donde José Bonaparte ha instalado su corte y de nuevo el panorama que se encuentran los personajes cambia, no es tan triste y desesperado como en Vitoria, pero tampoco tan claro, cristalino y alegre como el de Cádiz que parece vivir ajena a los problemas del resto de España.
Quizás la parte que me ha resultado más dura sea la que se desarrolla en la isla de Cabrera, donde Julián y Pascual recalan por cortesía de Le Duc. Este episodio de nuestra historia para mi era completamente desconocido, se podría comparar con un campo de concentración, allí es donde fueron llevados los prisioneros franceses de la batalla de Bailen, una isla desierta, sin casi comida, donde fueron abandonados a su suerte. Allí Julian cambió para siempre, fue capaz de darse cuenta de que todos habían cometido errores, los franceses y ellos, vivir en aquellas condiciones y no abandonarse es una prueba dura que no todo el mundo es capaz de superar. También aquí se da uno de los episodios que más me ha costado creer, no creo que en una isla escarpada y rodeada de gente hambrienta sea posible implantar lo que Julian implantó, sin que sufrieran expolio por parte del resto de presos. Sobrevivir en condiciones tan inhumanas me parece complicado, por no decir imposible, la experiencia que Julian y Pascual viven allí les ofrece otra forma de ver la vida y las relaciones con los franceses.
Y en la última parte la investigación les lleva de nuevo a Vitoria, a incorporarse a las guerrillas locales, bajo las ordenes del ejército inglés para plantear la batalla final que supondrá la salida de las tropas josefinas de España en 1813, la situación se ha recrudecido más, la ciudad no es ni una sombra de la que fue. El trabajo de investigación ha debido ser arduo, y no por ello se plasma de forma aburrida. El autor ha utilizado una amalgama de géneros para mantener al lector enganchado a sus páginas. Si tuviéramos que encasillarla, nos encontraríamos ante una novela histórica por su gran ambientación, con su toque de romance, de aventuras, misterios e intrigas, con sus personajes oscuros que entran y salen como Pedro por su casa. Con una Orden que Julián va descubriendo poco a poco y que ha marcado sus últimos años y toda su vida sin el ser consciente de ello.
Como habréis podido comprobar una novela muy completa, que sin embargo no se puede considerar redonda del todo, quizás porque hay algunas cosas que no las he visto factibles, como la solución que Julián encuentra para dejar de pasar hambre en la isla de Cabrera, no puedo creerme que el resto de presos con el hambre que tenían respetaran la propiedad ajena. Y otro punto que por más que contaba y recontaba no había manera de que me cuadraran las fechas es el embarazo de Clara, creo que en algún momento el autor se descontó. Por lo demás una opera prima que ha puesto un listón muy alto que el autor deberá superar o al menos igualar en su próxima novela.
Y de la misma manera que he dicho lo que no me ha cuadrado voy a exponer lo que más me ha sorprendido y es la utilización de ese personaje que entra y sale de escena añadiendo más tensión e inseguridad a Julián, un personaje del que a penas se sabe nada, del que hay momentos en que sospechas, sin que estas se afiancen hasta casi el último momento, quién se esconde detrás de este personaje es lo que como lector deberás averiguar.
A pesar del titulo, la mujer del reloj aparece relativamente tarde y no tiene un peso especifico en la trama, pero si que es importante para alguien y el desencadenante de toda la persecución que sufre Julián, hasta el final no sabremos quien es esta mujer y entonces podremos comenzar a atar cabos, y todos quedaran perfectamente unidos.
En una novela un final sublime pone el colofón a una buena lectura, sin duda este lo és, quizás no el que yo esperaba, pero si uno muy digno, que me ha hecho plantearme más de una pregunta, para la que no he encontrado respuesta.
Conclusión:
La novela me ha gustado mucho y no puedo más que recomendarla, el autor se ha documentado a conciencia y ha escrito una novela amena, ágil que ilustra al lector sobre una época de la historia de nuestro país sobre la que no se han vertido ríos de tinta. Me gusta aprender cosas nuevas mientras leo, y en este libro he descubierto la isla prisión de Cabrera y me ha permitido comprobar que cualquier persona sometida a situaciones extremas puede actuar de forma muy distinta a lo acostumbrado, lo hemos podido ver en Julián, en Pascual y también en los soldados franceses.
Los personajes no os dejarán indiferentes, ni los masculinos ni los femeninos, la tensión se mantiene durante las casi 700 páginas y la intriga se dosifica de tal forma que llega hasta el final.
Os dejo el booktrailer, que aunque original no es de los mejores que he visto

Esta reseña participa en la Yincana Historica. En la semana siglo a siglo, en la casilla sucedió en el s. XIX