Editorial: Debols!llo
Páginas: 602
ISBN: 9788483460474
Precio: 9,95€
Audrey Niffenegger
Audrey Niffenegger (Michigan, 1963) ha vivido siempre ligada al mundo del arte: por un lado, a través de las artes plásticas, llegando a exponer su obra en la Printworks Gallery de Chicago; por el otro, mediante la literatura, un sector en el que entró por la puerta grande con el best seller
La mujer del viajero en el tiempo (2004), traducido a numerosos idiomas y responsable del jugoso cheque que recibió como adelanto de su segunda novela,
Una inquietante simetría (2010), publicada recientemente en España por la editorial Salamandra. Enseguida me di cuenta del parecido entre la autora y la protagonista del libro que he leído, desde el aspecto físico a la profesión, pues ambas son artistas.
La mujer del viajero en el tiempo
Henry tiene una disfunción genética que le hace viajar a través del tiempo de forma repentina e involuntaria; Clare es su esposa y la que debe sufrir su ausencia cuando desaparece. El libro narra su historia de amor desde el momento en que se conocen, pero esta historia tiene muy poco de convencional:
los saltos en el tiempo pueden llevar a Henry al pasado, con las entrañables conversaciones con Clare de pequeña y situaciones trágicas como la muerte de su madre; pero
también puede viajar al futuro, lo que le permite hablar con él mismo y averiguar si el día de su boda saldrá todo bien, entre otras muchas cosas. En la primera mitad son frecuentes las charlas con Clare de niña,
un enfoque muy curioso para una historia de amor, pues no todo el mundo puede decir que sabe quién es
su media naranja cuando todavía no le ha conocido en tiempo presente. Pero no todo es anecdótico y divertido:
Henry sufre con su problema, ha aprendido a atracar a la gente para robarles las cosas cuando viaja a otra época y cuando conoce a la familia de su novia teme que pueda desaparecer de un momento a otro. Una vez casados tampoco será fácil salir adelante: a pesar de que los viajes en el futuro puedan hacerles ganar riquezas con las inversiones, no hay dinero que compense el sufrimiento de Clare cuando no consigue quedarse embarazada.
En el libro se alternan capítulos narrados por Clare y capítulos narrados por Henry. Se sigue un orden lineal desde el momento en que se conocen hasta el desenlace, pero obviamente hay saltos en todo momento que nos llevan a todas las etapas vitales de los protagonistas. Sé que suena raro, confuso, pero tranquilos: en la práctica no cuesta nada meterse en la situación, la autora va pasito a pasito para que entendamos cómo funcionan los viajes de Henry sin perdernos. Soy una lectora que normalmente aborrece los cambios en el tiempo, así que si yo no me he perdido, vosotros tampoco.
Impresiones
No tenía previsto leer el libro tan pronto (es más, cuando vi la letra tan diminuta que tiene —¿quieren que nos quedemos ciegos o qué?— pensé en desterrarlo al montón que guardo en el armario), pero mi costumbre de leer las primeras páginas de cada obra que cae en mis manos hizo que me enganchara de inmediato y le di prioridad por delante del libro que pensaba empezar entonces. En ningún momento me he arrepentido de mi decisión:
la novela atrapa de principio a fin y nunca ha dejado de sorprenderme pese a tener nada menos que seiscientas páginas. ¿Una historia de amor tan extensa? ¿De verdad da para tanto sin volverse cursi y tópica? Pues sí, rotundamente.
La gran baza de Niffenegger es, obviamente, el hecho de crear un protagonista con la característica de viajar en el tiempo. No obstante, aquí tengo que hacer una aclaración:
los viajes se enfocan desde una perspectiva científica, es decir, no vamos a descubrir una raza oculta de viajeros que deben cumplir una misión para salvar el mundo ni nada parecido. Henry acude a varios médicos para contarles su problema; la mayoría le toman por loco, mas esto no deja de ser una prueba más del enfoque realista que se da a la historia. El protagonista sufre cuando aparece desnudo en medio de una calle y tiene que apañárselas para que no se lo lleve la policía;
la autora ha sabido cuidar al detalle todos los ‘peros’ de los viajes para que el resultado sea creíble. Se puede decir que el elemento imaginario está dentro de un contexto real, algo parecido a las novelas de Marc Levy (aunque
La mujer del viajero en el tiempo está bastante más currada), con lo que
su público potencial son los lectores de narrativa, no los de fantasía y ciencia ficción. Cabe decir que el libro es anterior al boom de novelas de romance paranormal, pero de todas formas lo aclaro para que no haya malentendidos (sería una verdadera lástima que alguien confundiera esta maravilla con una novelita romántica común).
Hablando de los viajes, en algunas opiniones he leído que les costó un poco situarse y entender su dinámica. En mi caso, sinceramente, no fue así: obviamente hay que tener paciencia y seguir leyendo para entender todos los detalles, pero no me sentí perdida y desde las primeras líneas me enganché a la narración. Se ha hecho un buen trabajo para revelar las particularidades de los viajes a su debido tiempo, ni despacio ni todo de golpe.
Probablemente,
lo que más me ha gustado es el equilibro entre lo divertido y lo duro:
la historia tiene momentos peculiares que te sacan una sonrisa (como las charlas entre Clare de pequeña y Henry recién llegado del futuro) pero tampoco cae en lo idealizado y sabe enfrentarse a conflictos cuando toca. La autora ha aprovechado al máximo sus recursos, el potencial de los viajes en el tiempo para lo bueno y para lo malo. Al terminarlo me dejó una sensación de satisfacción, de haber cumplido todas mis expectativas con creces.
Con respecto a los dos protagonistas, tengo que reconocer que por ellos mismos no pasarán a mi lista mental de personajes inolvidables porque sus personalidades son bastante comunes, pero precisamente este realismo que hay en ellos despierta simpatía y hace que sientas interés por seguir leyendo. Los dos son personas de su tiempo, marcados por la vida que les ha tocado y con los sueños de cualquiera de su generación.
La autora juega con la persecución de la normalidad mientras se ven obligados a vivir de una forma atípica por la anomalía de Henry, una perspectiva que invita a pensar en el valor de las pequeñas cosas. Además, la evolución de su psicología con el paso de los años está bastante cuidada y resulta creíble.
En la novela también entran en juego otros temas que influyen en la vida de dos personas, como un padre alcohólico o un mejor amigo demasiado interesado en Clare. Estos temas, lejos de aportarle dramatismo, dan un mayor realismo a la historia, hacen que el contexto resulte creíble y facilitan que veamos la disfunción de Henry como un problema y no como algo especial. Me gustan los secundarios de la novela, ninguno de ellos hará historia pero se puede decir que cumplen con su papel en el relato y no están de más de más.
Por otro lado, por una vez estoy de acuerdo con una recomendación que aparece en la contraportada. Es del escritor Scott Turow y dice así:
A aquellos que sostienen que no se escriben nuevas historias de amor, les recomiendo de corazón La mujer del viajero en el tiempo,
una novela fascinante, bellamente construida y de una imaginación extraordinaria y genuinamente emocionante. Yo he tenido la misma sensación mientras leía, hoy en día cuesta encontrar historias de amor que aporten algo nuevo y
La mujer del viajero en el tiempo es exactamente eso,
una novela curiosa, llena de sentimientos y con una trama amorosa capaz de emocionar al lector. Me ha llegado y mucho: se ha ganado un puesto en mi selección de las mejores historias de amor de la literatura.
En definitiva,
es uno de esos libros que no te dejan indiferente y te implican en su historia mientras dura la lectura. ¿Qué más se puede pedir? Me parece una novela única y maravillosa en sí misma, aunque ojo, no tanto por su autora como por la gran idea que tuvo. Me explico: hay escritores que después de leer un libro suyo me hacen sentir ganas de salir corriendo a comprar toda su bibliografía (Anna Gavalda, por ejemplo, que es capaz de contar algo tan simple como leer una revista del corazón de una forma exquisita; o Almudena Grandes, la reina de los párrafos eternos y los mil recovecos en la personalidad de sus personajes); sin embargo, Audrey Niffenegger no me parece una gran escritora en ese sentido, más bien pienso que en un determinado momento de su vida tuvo una gran idea y supo plasmarla muy bien sobre el papel, aunque su prosa no sea nada del otro mundo (de hecho, pienso que el problema que pueden encontrar los lectores más exigentes es precisamente este estilo sencillo). Su segunda novela también apuesta por un argumento atípico, pero las críticas no se acercan ni de lejos a las alabanzas que se vertieron sobre
La mujer del viajero en el tiempo. En cualquier caso, no hay que quitarle méritos: hay muchos escritores en el mundo, algunos muy prolíficos, pero solo unos pocos afortunados consiguen crear obras tan especiales como esta.
Conclusión
Una historia de amor única, original e inolvidable. Audrey Niffenegger ha tenido una idea magnífica para escribir una novela diferente y ha aprovechado todos sus recursos para hacerla brillar en todo su esplendor: una trama bien planteada, hechos que se desarrollan en su momento justo, personajes carismáticos que transmiten simpatía al lector, equilibrio entre lo divertido y lo dramático, un punto y final perfecto. No os dejéis engañar por el componente extraño de los viajes en el tiempo: el libro es apto para hombres y mujeres que disfruten con las historias de sentimientos en general, no tiene nada que ver con el romance paranormal. Si la novela ya estaba en vuestra lista de pendientes, os aconsejo que le deis prioridad: una historia tan bonita como esta no puede correr el riesgo de caer en el olvido.
Mi valoración: 9/10