Ya voy por la tercera, después de Rosa Cándida y La Excepción. No se me quejará, por una u otra razón ya he leído más libros de esta islandesa que de muchos escritores en castellano.
Si hasta ahora teníamos una de cal y otra de arena, con La mujer es una isla tenemos la casa entera. Aunque cuando lees a esta mujer siempre parece que falta algo, que la historia no está acabada del todo, en este caso la sensación mientras iba pasando el relato era el deseo cada vez más fuerte de que no acabase.
El comienzo te deja un tanto perplejo, porque básicamente consiste en que el marido de la protagonista, gilipollas manifiesto, decide darse el piro porque tiene una amante con la que va a tener un hijo. Tras el notición y con una carga extra (un niño), decide olvidar en una especie de road movie por las duras carreteras islandesas en medio de un clima atroz .Sorprendentemente, el desarrollo de la historia transmite enormes aires de paz, y te deja deseando echarse a la carretera a pasarlas cantas
bajo la lluvia islandesa.
No sé si se nota pero me ha gustado.