"La Mula"; de las entrañas de Berlanga

Publicado el 10 mayo 2013 por Banacafalata

LA MULA


Título Original: La mula Director: Michael Radford Guión: Michael Radford, Juan Eslava Galán Música: Oscar Navarro Fotografía: Ashley Rowe Interpretes: Mario Casas, María Valverde, Secun de la Rosa, Luis Callejo, Daniel Grao, Antonio Gil, Jorge Suquet, Alfonso Begara, Pepa Rus, Eduardo Velasco, Alfonso Delgado, Selu Nieto, Jesús Carroza Distribuidora: Wanda Fecha de Estreno: 10/05/2013
Pocos rodajes recordamos tan tortuosos como el de La Mula, al punto de que la película se quedó a medias de rodaje cuando hace tres años, su director, Michael Radford, decidió abandonar el rodaje diez días antes de terminarlo. Tras varios años con el proyecto sin acabar de completarse y con un director espantado y sin intención de volver, se ha decidido terminarla, y arrancar por completo a Radford de la creación de la película, tanto es así, que en la película no aparece ningún director acreditado y como guionista aparece como "anónimo". Pero estamos ante una película de Radford, un director que además tiene la ventaja de saber mimetizarse allá donde ruede y en la que por suerte, su huída o se ha notado demasiado en el resultado final. Y si El Cartero (y el Pablo Neruda) era una película de un alma puramente italiana, pese a que quede muy lejos de los orígenes del realizador, no cabe ninguna duda de que La Mula es una película de alma totalmente española, más allá de por su clara situación, ambientada en los finales de la guerra civil (aunque con un tono radicalmente distinto al de muchos dramas), su sentido del humor nace desde las entrañas de Berlanga, y funciona muy bien.
La Mula nos sitúa a finales de la guerra civil, los nacionales ya prácticamente han vencido a los republicanos. Allí Juan, un sencillo jornalero jienense, que está luchando en el bando de los nacionales, se encontrará una mula en mitad de la batalla, se aferrará al animal a toda costa, incluso tratará de ocultar su presencia al ejercito con la idea de quedarse con él y poder llevárselo a su casa. También allí conocerá a una joven de buena familia, para tratar de impresionarla, Juan se hará pasar por un señorito, con la esperanza de que se enamoré de él y que luego no le importe su procedencia, pero pronto comprobará que ninguna de estas tareas será sencilla, así como tampoco lo será sobrevivir a la guerra, aunque su mejor amigo esté combatiendo a su lado.

Queda vigente en La Mula que siempre hace gala de un sensacional sentido del humor. Un humor que queda patente desde los inicios de la película, en una conversación entre trincheras, que fácilmente nos evoca a Gila diciendo eso de "¿Es el enemigo?".  La película se esfuerza por mostrar personajes humanos, más allá de por caer en la crítica hacía uno de los bandos. Ayuda mucho a esto a que su protagonista esté en el bando nacional, además, habiéndose cambiado él mismo de bando por la noble razón de salvar a su padre apresado por los rojos. Las atrocidades de la guerra recaen sobre ambos bandos, pero quedando relegadas a un segundo plano. Sus personajes son cálidos y cercanos, tan familiares como los que había en las primeras películas de Berlanga, tanta es la influencia del genio español, que hasta en la interpretación de un sorprendente fantástico Mario Casas no cuesta demasiado ver una versión del Alfredo Landa de La Vaquilla mucho menos bruto.
Lo mejor de La Mula es que pese a la terrible historia que ha tenido detrás de las cámaras, se ha conseguido llevar a cabo un proyecto que funciona. Es cierto que se nota su falta, especialmente con un montaje llevado a cabo por la propia productora de la película que a veces es algo desastroso, además de tener la mala fortuna de contar con una horrible fotografía. Pero pese a estos detalles, que al final resulten nimios y no estropean el resultado final, estamos ante una historia puramente española, totalmente cañí, tierna, agradable, y cuyas raíces vienen del más puro clásico cine español. Pocas comedias se estrenan hoy, con un alma tan limpia como la de La Mula y aunque sólo sea por eso, merece ser vista para obtener como recompensa un rato de lo más agradable. Porque además es capaz de entregar secuencias tan desternillantes como la entrega de los rojos o la huída del arzobispo, y gracias a eso La mula se convierte en una gran película que ha sabido recomponerse desde el desastre.