La Múltiple Forma del Delirio (de) La Condena

Publicado el 28 septiembre 2009 por Lacoleccionistadeespejos
Poesía
Gustavo Solórzano
Ambos textos son poemarios creados por Gustavo Solórzano.
Ambos textos fueron editados por la EUNED, en este 2009.
Ambos textos los leí, con más paciencia de la que debería, no porque estén mal escritos, por el contrario, pocas veces he visto mejor uso de las palabras, e imágenes, sino porque al igual que Fabula Umbría de Carlos Francisco Monge, son textos casi totalmente desprovistos, ojo, en mucho menor grado, de sentimiento; o de cualquier cosa que haga que quiera hacer seguir leyendo, o que me guste el/los libros. Tal vez es que La Herida Oculta, ensayo, 2009, me hizo pensar que La Condena, 2009, La Multiple Forma del Delirio, 2009, oculta tras Las fábulas del olvido, 2005 y Del sudor de tus ojos, 1994 (todos libros de Gustavo Solórzano) refieren a una condición asintomática que reafirma lo que ya he dicho antes: algo indefinido esta destruyendo el horizonte de la cultura literaria del país
Hay cosas que no deberían cambiar, cosas que uno debería
poder meter en una de esas vitrinas de cristal y dejarlas allí
tranquilas. Sé que es imposible, pero es una pena. En fin, eso
es lo que pensaba mientras andaba.”
El guardián entre el centeno. J. D. Salinger
La singular forma en que fueron escritos todos estos textos representa la finalidad figurada de muchos poetas de pretender ser los dioses del Olimpo, y ocultos tras el sentimiento del pragmatismo semi depresivo de que las cosas, no sentimientos, intentan detener una fracción de tiempo, para que no discurra inexorablemente el carácter nostálgico de la misma, lógica sustitución de la pérdida, resolución, o síntesis de situaciones vividas. Por su peculiaridad como registro, además de otras características que la hermanan con la prosa y la lírica, la poesía siempre lleva adosada una connotación social; un cierto testimonio visual que transporta a quien la observa hasta la mirada y la experiencia que añade el autor, materializando una idiosincrasia, –aunque con una menor vivacidad– donde sensación de verosimilitud con la realidad surge de la visibilidad entre la vida del autor y su obra, al tiempo que normaliza su indivisibilidad.
La capacidad de creación de Solórzano es buena; no diría que extraordinaria, la lectura clásica suele crear este tipo de efecto, solo que unido a la inmediatez de su proceso y la fidelidad referente, le convirtieron en el medio idóneo para reflejar, en cierta forma, sus vivencias, sus intereses, su ideología, y su lugar en la sociedad; profundizando su interés por el mundo a través de la creación de una capa más, siempre la más reciente, de su reflejo en el espejo… observación individualizada de las poco más de 30 textos seleccionados de todos los libros para esta exposición, un recorrido de cariz cronológico, temático, secuencial, confirma una de las intenciones principales: esclarecer al menos una parte de la complejidad que cada texto; a través, mayoritariamente, de verse reflejado en los textos para conocerse; poseer la mirada de los lectores, armando un puzzle sobre la comprensión propia, individual e intransferible. Cabe especificar que esta comprensión de uno mismo no responde a una sustitución de la propia identidad por un conjunto de fragmentos de otras ajenas, sino que complementa aquélla enriquecida por éstos. Quien lo escribe tal vez no sepa adónde le llevará el recorrido, pero sabe muy bien el porqué de lo andado y la dirección tomada. Puro subjetivismo, en una dosis generosa como para entender que desea llegar al parnaso por el camino del héroe, y en su lugar, se convierte en dios-oscuro: la mayor falla que le veo a esos libros es esa, y esta bien, si estuviésemos hablando de autores consagrados, a los que nadie quiere y se limitan a hablar pestes por detrás de la sonrisa que les profesan cuando se los encuentran.
Para mi la poesía debe saber enamorar, pero el chiste del amor es saber que su dolor es dulce, como la miel de la colmena, (en este caso del poeta) y una maldición cuya muy lenta elaboración, nos gusta llevar, eso lo vi en los libros, pero en que lo académico, el escritor hecho a la medida de nuestro conocimiento nos convierte en un piedra flotando en el fondo de una laguna, y no precisamente La Stigia.
Fin de la historia.
Un espejo roto, compartido para ambos textos