Hace más o menos un año vi una película sólo porque un compañero del trabajo tenía el cartel en como wallpaper en su computadora. Aparecía un monstruo caminando en el desierto con un niño. La renté y me encontré con una historia entrañable, pero sobre todo con una banda sonora que me cautivó. No sabía por qué, pero me pareció increíblemente conmovedora. Bajé el disco en MP3 y ahora es uno de los discos que más escucho en la calle y cuando intento concentrarme. No puedo dejar de escucharlo. El nombre de la película es "Donde viven los monstruos".
A mediados del año pasado mi esposa y yo encontramos un programa en el canal 11 o 22. No sé cuál de los dos, pero se llama El coro. Una producción del canal británico BBC. En pocas palabras se trata de un maestro que forma coros en escuelas públicas de Inglaterra y, prácticamente de la nada, crea casi una obra de arte. El programa es, en sí, fascinante. Está muy bien producido, bien conducido y con una edición ágil y entrañable. Y a pesar de que bien pudieran concentrarse en las historias de los chavos que cantan, en sus problemas, o en los conflictos que tiene que resolver el profesor, el programa se mantiene con la mira puesta en la formación del coro.
Uno pudiera pensar que es aburrido… y creo que es cierto. Los coros siempre me habían parecido aburridos hasta conocer las historias y el proceso que hay detrás de ellos. El resultado final no es sólo una conclusión sensiblera de la coronación de un esfuerzo sobre un escenario frente al público, sino que realmente logran hacer algo interesante con sus voces y trascender, a través de ellas, a las personas que conforman al coro y quienes lo escuchan.
Al ver el final de una de las temporadas, (ignoro cuántas son, si hay más o si lo siguen produciendo) caí en la cuenta de que hay algo en los coros que me mueve, y creo que tiene que ver también con las voces de los niños, que cantando temas populares, temas que todo el mundo conoce, le da un significado totalmente diferente al que tenía antes.
Ya por último, ahora están transmitiendo un comercial de Coca Cola con la interpretación de un coro de niños de la canción Whatever del grupo británico Oasis. Olviden la interpretación crítica que pueda tener el comercial con las imágenes que presentan, y los datos… El mensaje, al final, puede tirarse a la basura sin miramientos. Se trata sólo de manipular a la gente para que siga comprando el refresco. Pero en su intento por hacer más dinero, Coca Cola nos ha regalado (al menos yo así lo quiero ver) una de las versiones más tiernas de esa canción que ya de por sí, es todo un himno de los años 90.
Generalmente no incluyo videos, y me gustaría poner sólo las canciones a las que me he referido, pero aquí están las tres canciones que mencioné y que quiero compartir con ustedes. Un pequeño y extraño gusto.