Hoy caminábamos después de rendir el parcial de Metodología con Tote (atención que es un individuo que tiene un dilema con su cabella, y que todos los Sospechosos que visiten nos ayudarán pronto a responder), en plena Avenida Corrientes, y vimos a una chica, muy linda. Yo decía que tenía un aire a Kate Hudson, Tote decía que no; yo creía haber visto un piercing que le atravesaba ambos orificios de la nariz, y entre discutir eso y su parecido con la mujer más hermosa del mundo, se empezó a dar el tema de conversación: ¿qué música escuchan las mujeres lindas? Pasa que ella tenía unos auriculares negros y grandes, y estaba muy compenetrada con lo que escuchaba. Se notaba en sus ojos.
Por esas cosas de la vida, tuvimos la suerte (buena, al parecer, en este caso) de que la chica caminara por un par de cuadras casi a nuestra misma velocidad. Durante esas cuadras, no interminables pero que nosotros inconscientemente parecíamos caminar a paso más lento del habitual, en ocasiones ella se nos adelantaba y de a ratos se quedaba detrás. Los hechos visibles eran que estaba inquieta, que miraba para todos los costados, incluso echaba vistazos hacia atrás. No, a nosotros no nos miraba. Es más, en los momentos en los que estábamos bien cerca, hablábamos en un tono de voz normal sobre lo que podría estar escuchando y sobre la actitud general a tomar si a una chica linda le gusta una música que a uno no. Hay gente a la que le gusta la voz de Cerati y no sus guitarras; hay gente que no considera que sus guitarras sean malas y no disfruta mucho de su voz. Y todos, en algún punto, le enviamos fuerza. Estas conversaciones, que son parte de la trivialidad, de cierta “nada” del día a día, pueden elevarse a otros niveles, o no (en “El Pasante”, película que vi este año en el BAFICI –sí, ya lo sé, jamás hice ese especial-, los dos protagonistas recorrían todos los rincones de un hotel y terminaban, por ciertas situaciones, hablando de historias de amor, de conquistas y de histeriqueos...o sea, lo de siempre, que es nada, pero que en ciertas ocasiones cobra una dimensión muy fuerte).
En fin...resulta que la chica, que con la misma actitud y postura acelerada (que se contradecía con la calma aparente y la inexpresividad momentánea de su mirada) regulaba la velocidad de sus pasos, tuvo un leve cambio de ritmo llegando a la esquina de Corrientes y Jerónimo Salguero. Yo no lo vi, pero dice Tote que cruzó miradas con un chico que venía caminando en la otra dirección. No sólo fue una mirada, aclaró Tote al instante, sino que también habían esbozado e intercambiado sonrisas. Entonces al llegar a la esquina, la chica, rubia pero no tanto (por eso también me recordaba a Kate, que en sus mejores películas no está extremadamente rubia), se frenó por completo y volteó su cuerpo, todo, hacia la dirección contraria; hacia el lugar donde, supusimos, se había desvanecido el chico. Nosotros nos encontrábamos muy cerca de ella, a pocos metros. Yo sentí que ella ya había advertido nuestra presencia, pero nosotros seguíamos hablando de todos modos, mientras ella con los auriculares negros todavía puestos congeló su mirada en esa dirección. Y comenzó a caminar para ese lado.
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¿Qué piensan? Habría que hacer un complejo guión técnico y conseguir un buen equipo de filmación, pero bueno...la idea base está.
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Sucede que las ganas fuertes de filmar, bien o mal, lo que sea, vuelven irremediablemente al ver primeras películas. Todo se confunde, por supuesto, con ese sentimiento que desde algún lugar nos inventamos los estudiantes en dos momentos claves del año (mediados de junio –AHORA- y comienzos de diciembre) y que está conectado con la dificultad y exigencia que acarrean los parciales. "Nunca fue fácil", también cantó alguna vez el líder de Soda Stereo.
---7/10 (¿la tomamos como mini-crítica? ¿Qué dicen?)
¿Y ustedes qué piensan? Si quieren tómense su tiempo, pero opinen y aporten.
Saludos Sospechosos!
PD: Próximamente, reflexiones sobre la VERDADERA película de la década y cuestiones sobre dilemas capilares.