"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). Esta combinación de polvo -natural- y aliento divino -espiritual- es lo que constituye la naturaleza de la humanidad que ha sido creada a la imagen de Dios. La creación original del hombre podría ser descripta de la siguiente manera:
Adán fue creado para que estuviera tanto física como espiritualmente vivo. Estar físicamente vivos significa que nuestra alma-espíritu está en unión con nuestro cuerpo; por lo tanto, permaneceremos físicamente vivos en tanto nuestra alma-espíritu esté en unión a nuestro cuerpo. Cuando los cristianos mueren físicamente, están ausentes de sus cuerpos y presentes con el Señor (ver 2 Corintios 5:6). Estar espiritualmente vivos significa que nuestra alma-espíritu está en unión con Dios. Adán y Eva fueron creados por Dios para estar tanto física como espiritualmente vivos.
Tenemos un cuerpo físico que nos permite relacionarnos con el mundo natural a través de los cinco sentidos. En consecuencia, podemos gustar, oler, palpar, escuchar y ver. La mente, la voluntad y emociones conforman nuestra alma.
Dado que no somos la fuente de nuestra propia vida, el alma está de por sí abierta a la influencia externa. Lo que el alma recibe en su interior, eso mismo se transforma en su amo. En la creación original, Dios estaba en el centro de las vidas de Adán y Eva, y ellos naturalmente se parecían en su carácter. Aunque fuimos creados para ser un poco menor que los ángeles, y coronados con gloria y honra, y se nos dio dominio sobre el reino animal (ver Salmo 8:5-6), aún así somos criaturas dependientes que están llamadas a adorar a Dios como el Creador y Sustentador de la vida.
Pensamiento para el día: ¿Estás vivo espiritualmente?
Tomado y adaptado del libro "El mentor" de Neil T. Anderson