Necesitamos parar, guardar silencio y mirar a nuestro alrededor. La naturaleza es sabia. Nos habla casi todo el tiempo. Pero estamos demasiado ocupados corriendo, sin tiempo, de un lado para otro. Cada vez con más fuerza, la naturaleza nos grita a través del deshielo polar, de la subida del nivel de los ríos y los mares, de la extinción de especies, del cambio climático…nos grita con tanta intensidad como mis compañeras de clase asustadas por la polilla. Debemos pararnos un instante y escuchar, porque la naturaleza tiene vida propia, le sobran argumentos de peso para hacernos reflexionar. No quiere alarmarnos, pero tampoco que miremos hacia otro lado ignorando la realidad, sólo que escuchemos sus argumentos, como la polilla que se paró justo encima de mi hoja de apuntes, y me habló, a su manera lo hizo.
La naturaleza es bella, pura, y nos regala sensaciones de libertad.