Me ha impresionado muchísimo el suicidio de Tiziana Cantone, una italiana de 31 años que no puso soportar por más tiempo las burlas e insultos que llevaba meses sufriendo desde que su ex pareja decidiera, a modo de oscura venganza tras acabar su relación, difundir un vídeo en el que ambos practicaban sexo. El vídeo ha sido reproducido miles, si no decenas de miles de veces en internet. Tiziana sufrió acoso, burlas e insultos de hombres y sospecho que también de mujeres durante un tiempo que se le hizo eterno. Un verdadero calvario.
En la pieza no aparecía sola, sino con el mismo hombre que logró convertir su existencia en un infierno del que no encontró más salida que acabar con su vida. La joven accedió al parecer voluntariamente a ser grabada, en ningún caso a que la pieza fuera colgada en la red y reproducida hasta la saciedad. Tiziana fue grabada manteniendo relaciones con ese individuo que entonces no lo sería, pero luego se tornó en un ser despreciable. Un tipejo que traicionó su intimidad e inició una despiadada campaña de acoso en internet, que ha acabado trágicamente.
El vídeo ya no puede verse en la red, porque Tiziana logró que desapareciera, alzándose así en los tribunales con una victoria frágil y amarga que no compensó todo su sufrimiento. La Justicia de su país ordenó que el vídeo fueran eliminado de todos los sitios web en los que aparecía, junto a los comentarios que le seguían –prefiero no imaginarme el tono de los mismos–. Y aunque la pieza no esté disponible, seguro que sigue siendo objeto de morbosas búsquedas.
Del suicido de Tiziana no solo es culpable ese abyecto individuo que inició una brutal empresa de funestas consecuencias. Si el vídeo no hubiera sido reproducido ni una sola vez, Tiziana viviría aún. Cada uno de los que, parapetados en el anonimato que proporciona internet, se sumaron a la campaña de acoso y derribo, que pasaron la pieza a otros o dieron al play para alimentar su morbosa curiosidad o su líbido tienen también su porción de culpa, aunque sea anónima y no pueda ser juzgada.