Debatir la magnitud de tasa de ganancia de las empresas enriquecería el análisis de la puja distributiva como motor de las tensiones de precios. Una reciente investigación del área de economía y tecnología de la Flacso realizada por Pablo Manzanelli, publicada en el último número de Realidad Económica, destaca la necesidad de precisar la tasa general de ganancia de la economía argentina porque se encuentra “en el centro de la discusión por la intensa puja distributiva, que irrumpió en la arena política y social en estos últimos años”. Se entiende como tasa de ganancia el resultante de dividir la participación de los beneficios por el cociente entre la producción y el stock de capital. O sea, los beneficios obtenidos según el capital invertido. En el documento Evolución y dinámica de la tasa general de ganancia en la Argentina reciente se revela que el “régimen de la convertibilidad evidencia una tasa media de ganancia más baja (23,9 por ciento) que la de la posconvertibilidad (35,8 por ciento, en 2006)”. Manzanelli explica que el estallido del modelo 1 a 1 fue provocado, entre otros factores, por “el descenso sistemático de la tasa de ganancia que experimentó una caída de 14 puntos porcentuales entre 1998 y 2001, hasta alcanzar su mínimo valor: 15,9 por ciento”. El recorrido posterior con una recomposición acelerada y creciente de la tasa de ganancia, acompañado por la también rápida recuperación del empleo y el salario, configuró el actual escenario de puja distributiva. Manzanelli señala que “aun cuando la gravitación de los beneficios se encuentra en niveles extraordinarios, la presión de los trabajadores por obtener mejoras salariales conllevó una reacción inmediata por parte de los sectores dominantes, ya sea vía incrementos de precios y/o amenazas de ajuste de empleo y/o lobby de distinto tipo, entre los que se destaca la recurrente queja respecto al ‘clima de negocios’”.El principio de La navaja de Ockham obstruye la comprensión de este complejo escenario económico con los precios, al que viene al rescate una réplica de Albert Einstein a ese criterio filosófico: “Todo se debe hacer tan simple como sea posible, pero no más simple”.
Ojalá existan cada día má Zaiat para seguir desasnandonos...